Semifinales de Champions League, Estadio Santiago Bernabéu, martes 9 de mayo, hora establecida.
Real Madrid, eterno campeón de la competición, Manchester City, aspirante eterno del último lustro, ambos cara a cara. Posiblemente el mejor partido del mundo.
En los banquillos, dos ilustres, dos caras muy reconocibles, dos Estrellas de este maravilloso circo llamado fútbol. Dos estrategas con dos plantillas estelares frente a frente. Dos estrategias.
El Real Madrid, sin sorpresas, con Rudiger por el sancionado Militao y Camavinga en la lateral zurdo donde parece que se ha establecido como fijo. En el centro, la pareja de siempre: Kroos y Modric. Esta vez acompañados por Valverde. Arriba, Rodrygo acompañando a Vinicius y Benzema.
El Manchester City con K. Walker de lateral por la baja de Nathan Ake que obligaba al central suizo Akanji a ocupar el lateral zurdo con Rubén Dias y Stone de central, donde el inglés se incrustaba junto a Rodri en el doble pivote en fase de ataque. Nada nuevo en el mundo del fútbol aunque como lo hace Pepe Guardiola, la prensa aplaudidora lo pone en los altares de la estrategia.
De ahí para arriba, lo esperado: Gundogan, Bernardo Silva, Rodri, De Bruyne, Grealish y arriba la bestia nórdica.
El partido comenzó con un asedio inglés que sostuvo el Real Madrid en bloque bajo, cerrando todas las opciones de pase interior y obligando al City a abrir a las bandas donde perdía efectividad de cara a gol. Aún así, atrás mantenía las distancias de seguridad para no cae en el error y que el Madrid a la contra con un excelso Vinicius desmontara toda la estrategia.
Partido muy táctico, de mucho respeto, de fútbol de verdad, sin ataques locos, sin locuras en general, ni ataques de entrenador.
El Madrid aguantó los envites de los De Bruyne. Bernardo Silva y compañía, y en el 36, lo inesperado según el partido pero esperado por todos; cuando mejor estaba el City y parecía que podía llegar el primero para los citizen, Vini jr hace de las suyas y anota el primero ante el clamor de un Bernabéu que aunque ya acostumbrado, en Champions vibra con su equipo como nadie.
¿Qué se pasaría por la cabeza de Guardiola en ese momento? Mientras, brinca a Stones que comete el error de no bajar y el hueco… ya saben… 1-0 y los fantasmas llegan a Manchester.
Prosigue el partido ya lloviendo menos y un resultado inmejorable para los intereses de los de Carletto y además, la estrategia funciona, Rudiger y Alaba se entienden y Haaland no existe.
Acaba la primera y en la segunda una nueva vuelta de tuerca con la presión alta del Real Madrid, con un equipo un poco más largo que sorprende a los de Pep, donde Rodri sigue demostrando ser uno de los mejores mediocentros del mundo.
Y la simetría del partido nos lleva a analizar la misma historia cambiando los colores y cuando parecía que llegaría el segundo, jugadón Del City y golazo de De Bruyne que ponía el empate en el marcador, los corazones a punto, y los relojes en hora. Era la hora de apaciguar todo y que se dibujen pequeñas sonrisas de tranquilidad ante unas tablas firmadas de antemano mano. El respeto era evidente.
Tal era el respeto entre ambos banquillos y ambos equipos que Guardiola no realizó ni un solo cambio y Ancelotti no movió nada hasta el min. 82 donde Asensio sustituyó a Rodrygo, y posteriormente Tchouameni entra por Kroos y Nacho por Modric en el 87.
Todo listo para ver un nuevo partidazo en el escenario de Manchester, y con todo igualado.
¡Qué grande es el fútbol!