Madrugar en silencio. Tratar de despertar en silencio. Ducha silenciosa para que casi ni las gotas de agua hagan ruido. No despiertes al trabajador dormido.
Sales de casa en silencio, como el amante de madrugada, como el ladrón que se escapa con su botín. Pisadas relajadas, comedidas. No despiertes a las trabajadoras dormidas.
Nublado, cielo gris. Frescor de la mañana, soledad en las calles, soledad en la Plaza.
Arrancas el coche y tratas de insonorizar hasta el motor; metes primera, la radio al mínimo y te marchas lentamente, sin ningún rugido. No despiertes al trabajador dormido.
Calles vacías, paredes silenciadas, semáforos en ámbar. Rotondas con prioridad, carreteras secundarias. Baches y badenes innecesarios que hoy no están de fiesta. Horizontes callados visibles en la lejanía. La soledad es testigo… No despiertes al trabajador que sigue dormido.
¿Dónde está el bullicio? ¿Dónde los atascos? Para no haber, no hay ni un semáforo en rojo.
Avenidas, calles y callejuelas del centro, silencio absoluto. Aparcamiento a la primera. Persianas echadas, primer café de la mañana. Ni la cucharilla se atreve a generar su típico sonido. Que se diluya el azúcar en el fluido. Que la cafeína haga de las suyas. Mi familia duerme al igual que la tuya.
Mañana de uno de mayo, trabajadores dormidos. Curiosa metáfora de la vida. Así nos va a la gran mayoría.
Despierta currante, despierta. Piensa que hoy es festivo por lo luchado, por lo trabajado, por lo sufrido.
Despierta, currante, despierta…