Aún retumban los ecos del pasodoble del poeta donde la puta de Andalucía era protagonista desgarrándose el alma en su afán por decir sus cuatro verdades y llega este 28 de febrero, Día de Andalucía.
Veintiocho de febrero, Día de Andalucía, día de postureo en forma de medallas necesarias y ninguna autocrítica. Al parecer, Andalucía hoy es potencia mundial. Ayer y mañana son otro cantar…
Hoy no me apetece decir aquello tan manido de andaluces levantaos -aunque ya lo he dicho-, hoy solo trato de meditar a ver si soy capaz de llegar a un punto de no retorno que me justifique las rencillas pueblerinas entre nosotros, donde Málaga y Sevilla se echan un pulso constante, donde Cádiz y Sevilla juegan a hacerse chistes mientras Granada esquía. Los demás, están ahí para rellenar el mapa, o esa sensación tengo a día de hoy.
¿Os imagináis que ese 17,3% del territorio español se levantara en armas? ¿Somos capaces de imaginar lo que esos más de ocho millones y medio de habitantes seríamos capaces de conseguir para nosotros mismos? Yo sí y por eso, apenado y disconforme aunque asumiendo nuestra maldita realidad, veo como tractoristas andaluces sacan el pollo de ese pasado indeseable a pasear en sus manifestaciones, como nadie alza la voz por la pésima educación de esta tierra que es puntal de la cultura de todo un país, donde la Sanidad se muere en hospitales a medio cerrar, en pasillos de eternas listas de espera y donde el sol sigue siendo, a falta de agua, nuestra mayor fuente de ingresos y no por las energías renovables, precisamente…
Hoy tampoco debería ser día para que ningún político agarre la bandera en la foto porque esa bandera es del pueblo tanto, como el “robado” cuatro de diciembre. Hoy debería ser el inicio de una nueva historia, con una bandera que une al pueblo más maltratado.
Maldito y bendito Sur que tantas alegrías y penas nos das por culpa de ese centro que mira al norte para sus propios intereses y solo desciendo su mirada para hablar de vacaciones.
Hoy ondearía tu bandera con orgullo si supiera que no me tirarías por tierra mañana por tu propio interés y pensáramos juntos en ese interés común que nos haría invencibles.
Hoy también es día para fijarnos en vascos y catalanes y en lo que consiguen para sí, con el simple hecho de chantajear un poco a un Gobierno central, sea del color que sea, capacitado para vender su alma al diablo -lo llaman hacer política- y nosotros, mientras tanto, tratando de ser felices a nuestra manera con las migajas de todo el pan duro que sobró ayer.
¡Viva Andalucía!… Pero viva de vida, que no está la cosa para mucha exclamación.
Ah, y la sonrisa de mi hija con su bandera pintada…
