
Cada día la observaba desde lejos, ¿Como era posible llegar a ella? Podía escuchar las risas desde abajo, cientos de personas hablaban, pero no había manera de entrar… Arriba en la ciudad flotante, todo parecía más ameno, pero mientras encontraba la forma de entrar, solo quedaba mirarla desde el suelo frío.
Manuela Sánchez
La carretera se había diluido. Por alguna razón que no comprendíamos estábamos ante una ciudad flotante. El GPS la marcaba, en el mapa aparecía también, pero delante de nosotros solo había una nube. Entonces Pepa dijo “adelante, se trata de una cuestión de fe”, y nos perdimos en la niebla.
Calila
Un leve pestañeo para no perderme tu mirada.
Ángel Salgado I
Emerge tímida pero orgullosa entre un mar de nubes. Por encima hay más, pero allí está ella, dejando al resto atrás.
Ángel Salgado II
Tras varias horas caminando por senderos sinuosos, cargando con la ilusión en las espaldas, llegamos a la cima y allí, mucho más de lo que podíamos esperar.
La pureza del aire, las nubes como baldosas que me guiaban hacia ti.
Naturaleza viva, desconexión, hace falta.
Ángel Salgado III
I
Debajo de aquella piedra enorme había un leve latido que aún mantenía las constantes vitales de toda una tribu que se mantenía con ese hilito de vida que aún le quedaba a su madre tierra. Demasiadas nubes que ahogaban a toda una civilización que un día brilló.
II
¿Isla? ¿Y si fuese el sombrero de un gigante y toda esa nubosidad, una maraña de pensamientos que rondan su cabeza?
Juanma García
I
Un día, sin nadie imaginarlo, una isla apareció sobre las nubes. No aceptaba conquistadores, solo mujeres que escuchaban su llamada. En Aurora, el tiempo no oprimía, los cuerpos eran libres y las voces resonaban sin miedo. No era solo un lugar, sino una posibilidad.
II
Entre las nubes, la isla emergió, intacta tras la tormenta. Creyeron que se hundiría, que el viento la borraría. Pero ahí estaba: firme, indomable. No era solo tierra flotante, era una hembra que, contra todo y todos, seguía en pie.
III
Invencible, única, surge entre brumas,
Sosteniendo firme su propio ardor.
Luchando sin que nadie la consuma,
Alza su voz a todas horas sin temor.
Anita