
El 50º Via Crucis de las Hermandades de Sevilla estuvo marcado por la incertidumbre meteorológica y la rápida reacción de la Hermandad del Santo Entierro para cumplir con su cita en la Catedral. La imagen del Santísimo Cristo Yacente, obra de Juan de Mesa, protagonizó un acto solemne que, pese a la amenaza de lluvia y granizo, se llevó a cabo con éxito gracias a una impecable planificación.
Una salida anticipada para evitar el temporal
El Santísimo Cristo Yacente debía presidir este Via Crucis, un honor que la Hermandad del Santo Entierro ya había recibido en 1986 y 2013, aunque en ambas ocasiones la climatología impidió su traslado. Para evitar que la historia se repitiera, la corporación adoptó una decisión clave: adelantar la salida en media hora, partiendo de la Iglesia de San Gregorio a las 17:30 horas.
El cortejo avanzó con rapidez, consciente de que el cielo anunciaba un aguacero inminente. La imagen, que en esta ocasión no fue portada en su urna habitual, recorrió las calles con una sobriedad imponente, permitiendo a los fieles contemplar con mayor cercanía la magistral talla del siglo XVII.
Devoción y premura en un recorrido histórico
El traslado fue ágil y efectivo. Apenas cinco minutos después de iniciarse la procesión, el Cristo Yacente cruzaba la calle Alfonso XII en dirección a la Catedral, donde se desarrolló el rezo de las estaciones penitenciales. La emoción entre los presentes era palpable, pues no solo se trataba de una imagen de gran carga simbólica dentro de la Semana Santa hispalense, sino que además representaba el esfuerzo conjunto de la hermandad y el Consejo de Hermandades y Cofradías para superar las adversidades.

Las lecturas fueron realizadas por las siguientes hermandades: Padre Pío, Pasión y Muerte, la Hiniesta, las Aguas, el Museo, los Javieres, el Buen Fin, las Siete Palabras, los Negritos, el Gran Poder, la Sagrada Mortaja, Montserrat, la Soledad de San Lorenzo y el Santo Entierro, mientras que las hermandades que portaron sus cruces de guía fueron: Bendición y Esperanza, la Milagrosa, San Roque, San Pablo, las Penas, San Benito, la Lanzada, el Cristo De Burgos, la Exaltación, la Macarena, la Esperanza de Triana, la O, el Sol y la Trinidad.

Un regreso a contrarreloj
La hermandad del Santo Entierro no quiso arriesgar más de lo necesario y, en cuanto finalizó el acto en la Catedral, emprendió el camino de vuelta a San Gregorio. El regreso se realizó con la misma premura con la que había iniciado la procesión, logrando resguardar al Cristo Yacente justo antes de que la lluvia arreciera con más fuerza.
Este 50º Vía Crucis pasará a la historia no solo por la belleza de la imagen que lo presidió, sino por la capacidad organizativa y la determinación de quienes hicieron posible que, pese a los contratiempos meteorológicos, la fe de Sevilla se expresara en las calles. Una vez más, la Semana Santa demostró que su grandeza no solo reside en sus imágenes, sino en la devoción y entrega de quienes las acompañan.