
¿Hay algo más tierno que ese beso en la frente de buenas noches?
La pureza en un gesto; el amor incondicional abrazando a la simpleza, caminando de puntillas por el pasillo infinito sin que nadie despierte, una brisa silenciosa que cimbrea tu melena. Caudal de cariño infinito.
Hoy me dejé llevar por mis ojos, mis pies me llevan sin rumbo, sin destino fijo y mis ojos se detuvieron contemplativos y atemorizados, contemplando la escena perfecta pero con el temor de romper ese instante que inunda almas, rebosa corazones que hacen revolotear sentimientos y que suena a tambores de guerra cada latido.
No es lo que crees, no lo que ves, o tal vez sí, quién sabe.

Si ves un árbol y una farola, así sin más, es buen momento para dejar de leer, dejar de seguirme e incluso bloquear al mendigo que en su cuadernillo, es capaz de trazar con palabras en recorrido de un beso. Y qué beso.
Marcho por sendero no marcado, la acera acabará y comenzará otra y yo seguiré trazando todas las esquinas, serpenteando bordillos pero siempre en línea recta buscando mi felicidad. Y hoy, mi felicidad se resume en un beso. Y qué beso.
