La selva no era más que un hermoso jardín de la casa de la abuela, los palos eran nuestras más afiladas espadas, y los perros nuestros caballos de batalla.
Cuando despertó, la pequeña guerrera sabía que nada volvería a estar como antes lo había conocido. Lo pequeño no se hizo grande, ella se hizo pequeña, pero seguía teniendo su inmenso poder.
Un viento de no sé cuántos días me ha soplado en la carita y nada de conquistar, con estos pelos es imposible.
¡Maldito viento!
¿Aventuras por la selva?
Ariel, deja de jugar a ser Pocahontas que lo tuyo es el mar y no la selva.
Melena despeinada, bonita metáfora de felicidad.
Casi me descuartizan… Y allí me quedé tirada haciendo de espantapájaros toda la vida.
¿Dónde se habrá metido la niña?
Es que se camufla muy bien…
Pelirroja entre la naturaleza,
no hace falta que te escondas.
Tú eres libre, repleta de belleza,
tu pelo, al viento, son ondas.
Si jugamos al escondite,
no corras mucho, por favor.
Que mi amor no tiene límite
y ardo de puro fervor.