
El Real Betis Balompié volvió a ofrecer una imagen bochornosa en Balaídos, cayendo 3-2 ante un RC Celta de Vigo que no había ganado aún en 2025. Lo que parecía un triunfo cómodo tras un 0-2 en la primera parte terminó en una remontada gallega que deja a los de Manuel Pellegrini en una situación crítica. La temporada se escapa y no se salva nadie.
El Betis salió al campo con una actitud agresiva y pronto se puso por delante. Antony abrió el marcador con un gran remate dentro del área, y poco después, Diego Llorente aumentó la ventaja con un cabezazo a la salida de un córner. Con el 0-2, los verdiblancos parecían tener el partido bajo control, generando incluso ocasiones para un tercero que pudo sentenciar el encuentro.
Sin embargo, como ya ha ocurrido en numerosas ocasiones esta temporada, el equipo bajó la intensidad y permitió que el Celta creciera en el partido. Justo antes del descanso, Fran Beltrán encontró espacio en la frontal y sacó un disparo potente que puso el 1-2 y encendió las alarmas en el Betis.
El descanso no sirvió para que el Betis corrigiera sus errores, sino todo lo contrario. El equipo se hundió en su campo, renunció al balón y permitió que el Celta tomara el control. El empate llegó tras una pésima defensa de los verdiblancos: Hugo Sotelo filtró un pase, Pablo Durán no pudo rematar, pero Javi Rodríguez aprovechó el desorden para empujar el balón a la red.
Lejos de reaccionar, el Betis siguió mostrando una versión lamentable, sin orden ni ideas. El Celta olió la sangre y siguió empujando hasta que llegó el golpe definitivo. Sergio Carreira ganó línea de fondo, centró atrás y, ante la pasividad de la zaga bética, Williot Swedberg remató, con la fortuna de que Ángel Ortiz desvió la pelota hacia su propia portería. Era el 3-2 y la confirmación de un nuevo desastre.
El Betis pasó de poder sentenciar el partido en la primera parte a regalar tres puntos ante un equipo que no había ganado aún en lo que va de año. Los problemas defensivos, la falta de carácter y la nula capacidad de reacción vuelven a poner en entredicho a jugadores y cuerpo técnico.
Con esta derrota, el equipo se aleja de la zona europea y deja muchas dudas de cara a la Conference League, donde tampoco ha demostrado nada hasta ahora. La afición ya ha perdido la paciencia y exige cambios. El equipo está tirando la temporada a la basura, y si no reaccionan pronto, el fracaso será inevitable.
