Maldita la hora de aquel 28 de agosto…
¿No te podías haber hecho un esguince en el entrenamiento?
La vida es como es, no se le puede dar más vueltas. Con la de vueltas que da ella misma y nada, fue a por ti en línea recta, sin escrúpulos, sin miramientos.
Dicen que cada uno tiene sus propios días contados y a cada uno le llega su hora cuando le toca, pero a ti te tocó demasiado pronto y ojo, lástima para ti que fuiste el que más perdiste, ¡sin duda!, para tu familia, amigos y para tu hijo. Para los demás “solo” eras un futbolista con el que nos identificábamos…
Quince años han pasado, y pasarán quince mil más y muchos se seguirán acordando de aquel maldito 28 de agosto…
No veas la que hay aquí liada… Ojú! Esto lo mismo se arregla con la casta y el coraje que mamaste desde chico, quién sabe.
Se lo están cargando todo, todo… ves jugadores arrastrándose por el césped, un entrenador alocado perdido en sus nervios, un Monchi Loperiano saliendo a pedirle a la afición, ¡pedirle a la afición!, ¿te imaginas?… un presidente que no existe y una grada aprovechada y callada escondida en centenares de cuentas tuiteras donde nos desahogamos a nuestra manera.