¡Qué jartura! De verdad, es tremenda esta sociedad.
Tiene que ser muy triste levantarse todos los días preocupado por si le irá bien al vecino, pero no para celebrarlo con él, si no para tratar de boicotear el evento o, si se tercia, impedir su éxito a deshora.
Desconozco qué les habrá pasado con anterioridad en sus vidas para que se hayan olvidado de las propias y solo sepan estar pendiente de las ajenas.
Me da pena por esas personas, porque intentan ser felices pero no pueden, y mientras tratan de sonreír, revientan en sus adentros y la falsa sonrisa se les diluye por la cara.
Luego están las que te miran a los ojos, asienten y conforme te das la vuelta salen corriendo a esparcir sus miserias echando pestes de ti, aunque les acabe salpicando también a ellas. No pasa nada, son así y están acostumbradas.
Me da lástima que no se valore el esfuerzo, las ganas, los éxitos reales y solo se esté pendiente de la falsa palmada en la espalda, del piropo al aire y de las miradas esquivas.
Así es el día a día, la mentira del compañerismo, de una amistad viciada por la necesidad y de una educación falta de valores porque ya nada interesa si no es inmediato.
¡Qué jartura! De verdad, es tremenda esta sociedad.