
Jamás te conocí, creo; no te pongo rostro, no sé si eras alta, baja, delgada, gorda, rubia, morena, pelirroja, simpática, desagradable, introvertida, extrovertida, del Sevilla, del Betis o si por contra odiabas o pasabas del fútbol.
No sé si eras buena o mala estudiante, buena o mala amiga, buena o mala hija, buena o mala hermana, si lo eras. No sé nada de tus gustos, de tus hobbies, de tu forma de ser, de tu forma de actuar, de tu forma de pensar, de tu forma de vivir o pasar las horas de tu vida.
No sé nada de ti…
No sé ni dónde vivías, ni a qué colegio o instituto ibas, no sé si vestías de chándal, de uniforme o de vaqueros.
No sé nada de ti…
Solo sé que ayer tomaste la decisión más drástica que se puede tomar, la más cobarde y la más valiente a la par. Solo sé que al parecer no te despediste de nadie. Solo sé que el eco de tu acto me ha erizado la piel y al pensarlo, se me escapa una lagrimilla pensando en mis hijas mientras divago, mientras enumero en mi mente ignorante una lista casi infinita de cosas que te pudieron estar rondando la cabeza o pasando y sufriendo en esa vida tan real como exigente que te había tocado vivir de la cual yo no sé absolutamente nada. Mil y un motivos por cuantificar, por no no llevarlo al infinito.
Solo sé que ya no estás, que se acabó para ti ese sufrir que te llevó a decidir y el silencio al pasar por la calle, el vacío que siento, yo que no te conozco de nada, me lleva nuevamente a encadenar otro pensamiento sobre si estaré -si estaremos-, preparados para preparar a las dos que crecen a pasos agigantados de mi mano en la confianza plena para que antes de que ese viento acaricie su cara sin su consentimiento, pongan la voz de alerta y nos lo cuenten y si en ese momento, donde nuestras vidas nos llevan como un ciclón al día siguiente y al otro, y al otro, estaremos calmados y sabremos detenernos a escucharlas.
Algo estamos todos haciendo muy muy mal para que una chiquilla de doce años decida suicidarse.
Malito vacío al que saltaste que no pudo contenerte y darte una nueva oportunidad de reflexionar y pedir ayuda.
