
Delante,
siempre,
de frente.
Mirar,
jamás,
atrás.
La luz,
seguir,
vivir.
Tu sombra,
tú,
dejar marchar.

by Ángel Salgado Leave a Comment
Delante,
siempre,
de frente.
Mirar,
jamás,
atrás.
La luz,
seguir,
vivir.
Tu sombra,
tú,
dejar marchar.
¿Recordáis esa película donde las ángeles y los ángeles veían anochecer desde la parte alta de los edificios para absorber la energía que el sol desprendía en ese momento?
¿La recordáis?
Pués es verdad.
Al ocaso, subimos al edificio, montaña o atalaya con más altura que encontramos y nos hacemos uno con el universo.
En mi caso, una.
Aprovecho para deciros que, en el cielo, también tenemos reivindicaciones feministas.
Nuestro lema:
«Si le pones una A, nos ayudas a igualar»
Así que sí, soy unA ángel.
Y a mucha honra.
Ahora me encamino al que, puede ser, mi último amanecer como ángel.
Mientras aleteo feliz, para llegar a mi lugar favorito, voy tatareando una cancioncilla que me viene al dedillo.
«…Lo tengo preparadoooo.
Ya tengo las maletasss…..»
Ya sé cómo me voy a llamar en la tierra: Marta, como la del marcapasos.
Y el apellido….Men.
Marta Men.
Fijaros cómo vuelo moviendo las caderas….
«Marta ya no tiene alas,
ahora es una chica más.
Tiene todo controlado,
no te preocupes.
Ya encontró hasta un trabajo.
Y un pisito de alquiler.
Marta tiene muchos planes.
Y los podrás ver.
Y los podrás verrrrr.
Siente un golpe en el culo.
«Eso pasa por tirarte.
Veo negro tu futuro
Y encima no comes carne.
¡Mírate que pinta tienes, que consigues asustarme!!!
¡Que consigues asustarme!!!»
¿Vosotros creeis que tendré mala pinta tras el descendimiento?
A ver….tú.
Si tú!!!
¿Me estás leyendo, no?
¡Levanta la mano si crees que la torta va a ser de órdago!
¡Con tanto entusiasmo no, por favor!
by Ángel Salgado Leave a Comment
No trataré de vender el sueño americano, que primero sería norteamericano y afinando más, sería de los USA nada más; porque ni eso realmente existe tal y como nos lo han querido vender en una de las mayores campañas de marketing existentes.
Tampoco seré yo quien haga publicidad de las malditas tazas con sus llamativos colores y sus frases hechas. Libretas, bolígrafos y carpetas que te enseñan que si no eres nadie en la vida es porque no quieres.
Porque «querer es poder» y «si te esfuerzas no habrá sueño que se te resista»… Como si la gente no intentara día a día tirar para delante y ser feliz.
Pues si no sois ricos, influyentes, admirados, elocuentes… es porque sois unas mierdas, según el señor maravilloso.
El movimiento se demuestra andando, sí. Pero por mucho que andes no puedes llegar a todos los sitios andando. Partiendo de esa premisa básica, no nos engañemos y no te dejes engañar. Porque si lo hacemos y nos dejamos, lo acabaremos pagando.
Resulta muy triste ver el abandono al que se someten nuestros más sentidos, y sufridos, pensamientos. Cómo se trata de anular su existencia y cómo nos evadimos ante su presencia. Nos molesta y por eso hacemos como que no existen.
Pero, llegado el momento, no hay caparazón que lo detenga. Y como no estamos preparados para tanta dureza, caemos rendidos ante su poder. Doble derrota, la derrota en sí misma y la derrota al verte derrotado sin previo aviso.
Huimos de la frustración porque no sabemos afrontarla. Pero sabemos hacer integrales de segundo grado y resolver castillitos de fracciones. Y, por supuesto, cómo se calcula la raíz cuadrada: dándole a un botón en una calculadora.
No entendemos la empatía, porque nunca la hemos tratado. Pero aprendimos los ríos de norte a sur y todas sus desembocaduras. Aunque luego, se nos hayan olvidado, y cuando viajamos no sepamos qué río, ya seco, atravesamos.
Sabemos de la existencia de la muerte, pero solo le damos valor a la vida cuando alguien cercano muere. Horas de catequesis y religión obligatoria para salvar nuestras almas cuando ya no estemos, pero mientras estamos, ¿quién nos las salva?
Y que no sirva esto que escribo, para denigrar estos conocimientos, pero sí para poner en un lugar más importante otras prioridades mucho más vitales.
Olvidamos los valores, las personas, los sentimientos, la fraternidad, la amistad, la solidaridad… Pero tenemos las paredes de casa llenas de títulos universitarios, cursos y másteres caros que no te sirven de nada.
Nacer, crecer y morir. Sin esperar nada más que poder vivir.
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Abrir y dejar paso,
con el transpirar del alma.
Antes del ocaso,
dejarlo todo en calma.
Mirar, atento a tu mirada,
con los ojos cerrados.
Sin conseguir ver nada,
en un mundo de sueños robados.
Sin más que querer ser,
con mucho menos equipaje.
Que solo se trata de querer,
viviendo nuestro lado salvaje.
¡Ay de mí!,
pendiente siempre de horarios.
¡Ay de ti!,
dejando a un lado lo necesario.
by Ángel Salgado Leave a Comment
Atrapado en un mundo de fantasía, sin querer estar y sin querer salir. Un lugar inexistente en el que no me siento maldito, en el que todo me sabe bien. Disfruto, siento, vivo.
Luces, efectos especiales, situaciones increíbles y hasta imposible dentro de la posibilidad que hay en ellas. Momentos repletos de placer, de orgasmos sensoriales que no deberían terminar nunca.
Si hasta llego a estar contigo, sin que tú lo sepas, y yo lo espere. Y eres feliz, y yo lo soy contigo. Estás ahí conmigo, de mil maneras y todo fluye de manera tan natural que asusta, y gusta.
A veces, todo se torna gris y oscuro, pero lo sigo percibiendo y sintiendo de una manera tan diferente a los problemas reales, que me reconforta ese sufrimiento aumentado, y hasta se me acaba olvidando, sin dejar huella.
En cambio, los otros momentos, los recuerdo con ilusión, deseando que vuelvan a llegar. Cierro los ojos y aprieto fuerte. Quiero todo lo que ocurre, sin que ocurra, todo lo que vivo, sin estar activamente vivo. Respiro ese aire diferente, diferencio los colores con mayor nitidez y saboreo texturas deliciosas.
Resulta irónico, que cuando duermo me siento más conectado con el mundo que estando despierto. Y cuando lo hago, todo eso queda ahí, para mí. Y yo, lo sigo disfrutando mientras dura su recuerdo.
Incluso si me encuentro contigo, y hemos vivido un sueño juntos, te lo comento y lo revivo esperando que sea verdad, por eso nunca los cuento.
Cerrar los ojos para soñar, soñar para seguir siendo, alimentando mis sueños.
by Ángel Salgado Leave a Comment
De todas las grandes torpezas de las que presumo, contigo al lado, son menos. Se disimulan.
Mi talismán incansable, mi capa protectora y el espejo opaco antes mis viejos miedos. Mi peluche achuchable, que sin ser blando por fuera, se diría todo de algodón.
Bailar y bailar, y notar como mis torpes pies luchan por no tropezar ni pisar los tuyos. En ese intento desesperado, no de aparentar, sino de hacerte disfrutar de cada momento.
Cantar y cantar, porque deseo ser tu estrella solista que llena estadios, o el que desafina en medio de un coro en la misa del gallo. Pero cantando en directo, sin retoques y sin sonidos pregrabados.
Pensar y pensar, tratando de buscar la novedad en ese nuevo segundo, para que jamás parezcan repetidos los instantes ya vividos. Y aun siendo iguales las situaciones, nada sea lo mismo.
Escribir y escribir, narrando en cuentos todos tus sueños, cambiando el final a todas tus pesadillas. Rimando sin métrica coherente, saltando entre versos desordenados, mientras imagino mundos relatados y relato lo que veo en tu mundo.
Volar y volar, en avión, en globo, o saltando de la mano, yo te cojo. Siempre pendiente de lo de arriba, siempre atento, mirando abajo. Sin más preocupaciones que el horizonte de tus ojos, sin más distracciones que las curvas de tu sonrisa.
Y en esas que ando, tranquilo y a la espera. Nervioso y ansioso. Intentando, procurando.
Espérame que llego, y si voy tarde, que sea a tu tiempo.
Merecerá la pena, de eso no tengo dudas.