Igualdad… Que palabra más bonita…
Cuántos hechos reivindicativos se han producido para que esta palabra fuese real. Para que las mujeres pudiésemos disfrutar de la vida como ellos lo han hecho durante años. Para que pudiésemos aspirar a aquellos puestos profesionales a los que ellos han podido llegar libremente. Para vivir sin cohibición, sin temor, sintiéndonos respaldadas por la ley…
Sí, cuánta grandeza hay ahora en el ámbito femenino. Al realizarnos profesionalmente somos felices, nos sentimos plenas, capaces de lograr lo que queramos. Ha aumentado nuestra autoestima. Hemos ganado seguridad en nosotras mismas, nos mostramos más bellas.
Lo conseguimos, la igualdad es real y por ello, al igual que los hombres, nos hemos convertido en personas exigentes, ambiciosas. Y también hemos logrado que haya representación femenina en la envidia, la manipulación, el despotismo…
Ahora, además de mujeres doctoras, abogadas, ingenieras, etc., también hay mujeres destructivas, acosadoras, maltratadoras… Hemos conseguido que ahora sean ellos los que se sientan cohibidos, inseguros, hundidos… con temor.
Fijaros en el magnífico pasodoble de la comparsa Las estaciones:
Quédate conmigo, tú que eres amigo,
tú que me conoces, tú que me eres fiel.
Quédate conmigo y bébete otra copa
que quiero contarte que anoche lloré.
Qué es lo que he hecho “pa” que no quiera mirarme…
esta mujer.
Qué es lo que he hecho “pa” que mis hijos no me hablen.
Tú sabes bien que yo jamás la traté mal.
Que yo no fui un mal padre, «me cachi en la mar».
Que poco a poco a mi me está matando y ya no… puedo más.
Por qué es así esta mujer.
Por qué tiene que portarse así conmigo.
Por qué dice lo que le dice a mis hijos.
Por qué es así esta mujer.
Que le doy lo que me pide, Dios lo sabe.
Sólo quiero ver a mis niños algunas tardes.
Ay… Ayúdame,
amigo del alma qué es lo que voy a hacer.
Que con estas ropas llevo más de un mes.
Que como no cambie «via» perder el trabajo.
Que ya estoy loco de atar.
Que tanto castigo me «tie» «rebelao»
y antes de pegarle me corto las manos.
Amigo a dónde voy a denunciarlo
que me han «robao» la vida, a ver si esto…
no es un maltrato.
Algunas mujeres han abusado de su igualdad usándola con el único fin de despojar al hombre de ella. Por puro egoísmo, rebeldía o venganza han intentado alejarlo de su vida haciendo todo lo posible para alejarlo también de la vida de sus hijos. No les ha importado los sentimientos de ellos con tal de herir los del padre.
Ahora, son algunos hombres los que piden JUSTICIA… Reivindican que si antes en el divorcio, al ser el hombre el que cobraba más, era el que debía pagar la manutención y abandonar la casa, ahora la mujer debe, igualmente, llevarlo a cabo si ese fuera el caso.
La igualdad es necesaria pero lo más importante es ser justos… No es justo influir negativamente en la vida de unos niños solamente por el hecho de que la vida con un buen padre se haya hecho insostenible para ella. No es justo defender a pies juntillas que ha habido un maltrato sólo para poder ser ella la que se quede con todo y arruinarle la vida a él.
Por todo esto reivindiquemos la justicia y seamos iguales de conscientes en lo que es lo correcto.
el guerrero says
17 enero, 2011 at 09:45Muy bueno, querida, reivindicativa y con ese puntito de cordura que te caracteriza como persona.
Todo lo que habéis, o han conseguido mujeres como tu madre o la mía, tiene mucho mérito ya que nuestras abuelas, madres de nuestras madres, «sólo» valían para limpiar, cocinar y tener hijos y como mucho, para limpiar en casa de otro por trincar algunas perras más.
Una suerte la que vivís, lo que ocurre es que, como en todos los aspectos sociales que nos rodean, damos le brazo y nos cogen hasta el hombro. ¿Qué quiero decir? Que es perfecta la igualdad, según en qué cosas, pero que en el abuso y en lo absurdo está el error.
Un hombre y una mujer, por suerte, nunca serán iguales. De acuerdo en que estudiéis, trabajéis, y viváis conforme a vuestros gustos y manera y no tengáis que depender de un tío para nada, pero de ahí a que todo es igual… Hay trabajos y trabajos, por ejemplo. Y no soy dudoso porque he compartido aulas, horas de estudios, exámenes y mucho sufrimiento con multitud de chavalas y, lógicamente, sin medio problema. Al contrario…
Y si todo esto lo llevamos al extremo de pensar que como te ampara la ley puedes campar a tus anchas…pues te digo que así estamos…Aplícalo a cualquier ámbito social y acertarás.
Mayte says
17 enero, 2011 at 16:59El problema de fondo, creo que sigue siendo que hacemos diferencias entre hombre y mujer en el trabajo, en la casa, con los niños, etc… y lo curioso es que realmente lo que todos somos es personas. Sí somos personas, y tanto en el género femenino como en el masculino, habrá personas buenas otras malas y otras regulares e incluso hij@s de puta también puede que hayan por ahí sueltos…
El problema no está en que nos dan la mano y nos cogemos el brazo, ni muchísimo menos, al igual que no está en que a los hombres le das el poder y pierden el Norte… Lo que ocurre es que somos personas de género humano y nos ciega la avaricia, la envidia, el poder, los deseos de más, a sabiendas de que pisoteamos al que tenemos al lado para conseguir lo que queremos, y nunca estamos conformes con lo que la vida nos regala y siempre queremos más y más.