
Un thriller negro abrasado por el sol y la calima
El género negro, tan ligado a la lluvia y la noche urbana, encuentra en Oasiánica un giro inesperado: un oasis como epicentro narrativo. Enrique de la Cruz, autor ya curtido en el noir patrio, nos traslada a un paraje polvoriento y caluroso donde las sombras no las proyectan los callejones, sino los crímenes que emergen entre carreteras secundarias, gasolineras apartadas y la miseria envuelta en sexo y violencia.
La historia arranca con un cliente ocasional de una gasolinera de mala muerte —lugar que es, en realidad, un nido de tráfico turbio— que acaba metido en un juego mucho más peligroso de lo que esperaba. Tras un triple asesinato y la desaparición de una joven, la investigación recae sobre Eusebio Minaya, un detective con más kilómetros en la suela que paciencia. Lo que parece un ajuste de cuentas más en la España vacía se convierte en una espiral de secretos, corrupción y pornografía clandestina que conecta con esferas más peligrosas de lo que cualquier parroquiano del bar más cercano podría imaginar.
El autor maneja con soltura las claves del género. Sus diálogos son secos, con ese deje de realidad sucia y directa que recuerda a los episodios más sórdidos de Simenon. Su estilo, sin florituras, se adentra en la psicología de personajes que no son ni héroes ni villanos, sino supervivientes de una realidad que les ha empujado a la frontera de la ley y la ética.
Si algo destaca en Oasiánica, más allá de la estructura sólida y la trama bien hilada, es su ambientación. La calima africana que cubre el paisaje es un buen telón de fondo. El polvo se mete en los diálogos y en los silencios. Esa atmósfera sofocante, unida a la crudeza de ciertos pasajes —especialmente aquellos que describen el submundo del porno amateur y la trata—, deja una sensación de incomodidad que persiste incluso después de cerrar el libro.
En su debe, quizás la novela se toma su tiempo después de un arranque vibrante y algunos pasajes secundarios pueden parecer un poco alargados. Sin embargo, el ritmo se va acelerando con la progresión de la investigación y, cuando Minaya empieza a atar cabos, el lector ya está atrapado sin remedio en la red de intereses que cubre el oasis.
En definitiva, Oasiánica es una novela negra que transpira autenticidad y dureza, alejada de los clichés del género y con una mirada penetrante sobre los márgenes de la sociedad. Enrique de la Cruz sigue consolidándose como una de las voces más interesantes del noir español actual.
Un thriller sucio y asfixiante, perfecto para los amantes del género negro sin concesiones.
