La distancia… Esos kilómetros tan difíciles de recorrer en algunas ocasiones y tan necesarios en otras. “Huir es de cobardes”, pero a veces es la única manera de seguir viviendo. Por determinadas circunstancias seguir en el lugar donde has estado toda la vida es insufrible. Vives atormentado, escondiéndote, con dos de los sentidos tan alerta, que el agotamiento nunca se va. Te levantas pensando en lo que te deparará el día, temiendo que vuelva a ocurrir. La incertidumbre ya te va trastornando, de manera que cuando llega el momento temido las fuerzas están tan debilitadas que es inevitable hundirse.
Cuando la oportunidad se presenta, no lo piensas ni un segundo y te vas. Y es durante el viaje cuando lamentas abandonar a los seres queridos que se quedan con sus propios sufrimientos pero a la vez, sin darte cuenta, ya está empezando a cicatrizar tu corazón.
A kilómetros de distancia no existe la perturbación, sólo los recuerdos que con el tiempo, “el tiempo lo cura todo”, dejan de atormentarte. Es como si también ellos hiciesen un viaje por todo nuestro cerebro y acabasen morando en el rincón más impenetrable de nuestra cabeza. Consigues dormir tranquilo y enfrentarte al día a día con fuerzas renovadas, vivir tu propia vida y ser feliz. Pero entonces llega la añoranza de tu familia o de los grandes amigos que están deseando verte y decides volver. Serán sólo unos días, una pequeña visita. Cuando llegas todo está tal y como lo dejaste, nada ha cambiado, nada… La perturbación también sigue ahí y los recuerdos arrinconados han recorrido la distancia contigo. Te das cuenta que el tiempo no ha curado una mierda y que sólo la distancia ha mitigado tu dolor. Sólo la distancia te permitirá ser feliz…
Ojos que no ven, corazón que no siente.
Melva Hernandez says
9 agosto, 2011 at 03:46Muy cierto Ojos que no ven corazón que no siente. Me gusta su articulo los felicito esta muy bueno.
el filosofo says
9 agosto, 2011 at 23:01He leido muchas veces tu reflexión… y hay cosas que comparto, otras que no, pero creo que hablamos de lo mismo… cosas.
«ojos que no ven, corazón que no siente», siempre estuve de acuerdo con ese refrán, pero desde hace tiempo no tanto. Yo que «no veo», «siento» más que cuando veía. Me explico, el vivir en la distancia me ha hecho darle valor, mucho más, a las cosas que antes aún viéndolas no le daba tanto valor, llegando a sentirlas mucho más ahora en la distancia .
Y referente a lo del «tiempo lo cura tó»…ya lo he dicho muchas veces…el que dijo eso «no tenía reloj, no tenía reloj…» Los días pasan y quizás haya cosas que se vayan de tu mente, pero siempre hay el detalle más insignificante que te lo recuerda. Y si no se recuerda…es que no fue importante.
Saludos y un placer leerte siempre, MoraDama.