Cuando tenéis que hablar sobre vuestros padres, ¿qué decís? Habláis sobre lo buenísimos que han sido, o al contrario, sobre lo mal que se han portado; habláis solo de vuestra madre, o quizás solo de vuestro de padre… Cada persona tiene una cosa que decir con respecto a sus padres, no todos pueden decir cosas buenas, pero creo que la mayoría adora a sus padres. En este caso soy yo misma la que voy a hablar sobre mis padres, o más bien sobre mi vida, porque ellos lo han sido hasta ahora.
Un día hablando con una buena amiga me preguntó que si mis padres se sentían orgullosos de mí. Esa pregunta me hizo reflexionar un momento, pero antes de contestar, ella me respondió “seguro que sí. ¿Sabes? Me gustaría tener unos padres como los tuyos, unos padres que te controlen, que te frenen, que te digan y expliquen lo que está mal y lo que está bien. Una madre con la que poder tener largas tertulias de secretos y un padre con el que de vez en cuando pelear porque no quiere que su hija haga nada malo. Padres, que cuando salga de mi casa, me pregunten, a donde vas? Padres, que me regañen por las malas notas, y que se alegren por las buenas; que cuando no esté en casa me llamen para saber donde estoy y con quien… pero creo que nunca podré tener esos padres, porque simplemente no tengo.”
Esa conversación con mi amiga me inspiró a escribir este post y sobre todo me hizo pensar en lo orgullosa que debo estar con los padres que tengo.
Mi madre, aparte de mi madre es mi compañera, mi amiga, mi hermana…con ella puedo hablar de todo. Cualquier cosa puedo contarle, ella me escucha y sobre todo me aconseja, cosa que muchas personas no pueden presumir de ello. Puedo decir a boca llena, que mi madre es la persona que más me ha ayudado con respecto a temas “importantes” en mi vida. Cuando tengo algo sobre lo que deseo hablar, busco a mi madre.
Podemos estar horas hablando sobre mis problemas, mis cotilleos…mis cosas. Sin embargo, no hay persona con la que me pelee más veces al día. Y es que no podemos esta un día entero sin discutir, aunque también es cierto que antes de que hayan pasado cinco minutos ya estamos de nuevo hablando, y contándonos nuestras cosas.
Mi padre, de mi padre sin embargo no puedo decir que sea un amigo. Mi padre, es mi padre. Cuando tiene que decirme algo, lo escucho bien, porque no hay mejores consejos que los que me da mi padre. Estoy totalmente orgullosa de él, me ha educado como ningún padre podría haberlo hecho. Me ha enseñado sobre la vida, y como hay que tratarla; me ha enseñado modales, y con quien tenerlos; me ha enseñado a querer; a no confiar en nadie; a centrarme en mis estudios; en dejar a un lado el ser demasiado lista, para en un futuro poder presumir de haber sido tonta; a decir no; y sobre todo, a cuidarme a mí misma.
Puedo decir de mis padres, que son los mejores padres que Dios me podría haber dado. Día a día pienso en como me han educado ellos, y pienso educar igualmente a mis hijos. Ellos nunca me han dado la espalda, ni me han dejado sola cuando los he necesitado. Ellos nunca han dejado que haga cosas de las que en un futuro poder arrepentirme. Y debo darle las gracias por todo, por cada día vivido con ellos, por cada risa, por cada llanto, por haberme regañado, controlado, zurrado, gritado… por lo bueno y por lo malo; por haberme dado la vida, y por enseñarme a vivirla de la mejor manera posible.
Gracias a ellos puedo caminar con la cabeza bien alta, y cuando me pregunten que como llegué a ser quién soy, solo responderé: GRACIAS A MIS PADRES.
Sin nuestros padres no seríamos nada. Ellos han conseguido regalarnos una vida. Y no hay mejores padres que los que la viven contigo.
Un post muy bonito, seguro que dos que yo me sé se han emocionado mucho al leerlo…