De la Plaza del Duque a San Telmo

Paseíto por el centro de la ciudad; uno de esas magníficas caminatas por calles y plazas de esta bendita ciudad.

Paseíto por el centro de nuestra ciudad y un personaje; un personaje y una paleta de colores; una paleta de colores que dibuja cada año los adornos del centro comercial de la plaza que gobierna cual Adoración de los Magos…

Paseíto por el centro de la ciudad, de nuestra ciudad y dejo el Duque atrás y me adentro en su calle, ¿Tetuán?, no no…Calle Velázquez, y veo esos artistas, esos mendigos en la misma postura de la Vieja friendo huevos. Una fríe huevos y otros se ganan unos euros para poder freírlos, y todo en un marco incomparable; posiblemente la calle más comercial de Sevilla…

¿Quién no se ha asomado a alguno de esos escaparates y se ha olvidado de lo que allí dentro vendían y se ha retocado el pelo o atusado la barba con posturita, cual Retrato del infante Don Carlos? Pues peor aún, quien se resiste a entrar y comprarse algún trapito, aunque sea La túnica de José…

¿Qué hace Juan de Pareja ahí tirado en la calle con una guitarrita al lado del bufón Calabacillas? Me acerco y leo el cartón escrito por Góngora: “HAY HAMBRE. MAS MALA CARA QUE MENIPO”

Caí rendido como en Breda; unas lanzas se clavaron en mi corazón y no pude más que echar unas monedas. Cual Príncipe Baltasar Carlos marché en busca de alguna Hilandera o Costurera que me arreglara los desperfectos de mi camisa…

Llegando a San Telmo, por la orilla del Guadalquivir, algo cansado me encuentro tan exhausto…, casi tan cansado como el perro del Príncipe cazador, los pies me crucifican el camino cual su Cristo y en lo único que pienso es en encontrarme con unos amigos, ir en busca del Aguador de Sevilla y sentirme tan triunfador como Baco…

Llego al Palacio de los Montpensier y lo veo,   ahí arriba. Un personaje, uno de doce, y una paleta; una paleta y una perilla característica. Un pincel al viento buscando cada rincón de Sevilla para pintarle al Lorenzo un bigote enorme para que esta bendita ciudad no pierda nunca su sonrisa…

Diego Velázquez, no dejes de pintar esos rayos de Sol, reflejados en las ventanas de cualquier balcón sevillano del que cuelga unas típicas macetas llenas de flores…