Un día cualquiera que amanece encapotado. Las nubes grises presagian que la tarde se va a poner muy triste.
Mi cabeza y su dolor hacen que el día aún sea más complicado. Curiosa sensación al sentir que mi alma está feliz y mi cuerpo dolorido por las altas presiones.
Prosigue el día sin novedad relevante hasta que llega la hora de salir a la calle.
Una pena enorme colapsó mis ojos al ver que se complicaba el día pero no había más remedio; había que salir.
Me monto en el coche y mis alrededores dejaron de ser tal para convertirse en un caos. Todo lo paranormal que os imaginéis o hayáis visto en la tele puede ocurrir en un día así, y mis ojos empezaron a lagrimear.
El lagrimeo progresivamente se convirtió en un llanto irremediable que se alargó durante todas las horas de la tarde hasta que cayó, incluso, la noche.
Mi alma en paz y serena y sin embargo mis ojos no paraban de llorar, ¿qué me pasaba?¿Alguien tiene la solución?
La solución por supuesto que nadie me la dio pues estaba solo en mi coche. Lo único claro y evidente era la llantina que tenía y que ni el continuo parpadeo podía disimular.
Y así llegó la noche entre feliz y angustiado, entre animado y agobiado hasta que la nube se quitó de encima mía. La lluvia cesó por un instante y pude comprobar que el temporal había dejado mis sentidos inservibles y que no era yo el que lloraba. Mi ojos solo eran capaces de ver lágrimas caer del cielo y asociaron el gris del cielo y sus malas sensaciones a una pena terrible que inundó mi cuerpo; inundó en sentido figurado…
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