Siendo de las personas realistas que conozco, posiblemente la más optimista de todas, te go que rconocer que no todo en la vida es querer; también hay que poder.
Cuando descubres que todos los días solo tienen veinticuatro horas y que para poder descansar el mínimo de horas necesitarías un par más, como mínimo, te das cuenta que por mucho que quieras a veces, es imposible.
Por suerte, o por desgracia, son épocas donde hay mucho que hacer para mí y donde se amontonan, incluso se apilan, los compromisos, los favores, las ilusiones, el trabajo y, alguna pelotita que anda por ahí botando.
La pena de todo esto, es que no se cobran , ni los favores ni las ilusiones, sino, el sueño pasaría a mejor vida, a riesgo de terminar viendo molinos en algún zulo perdido en las afueras.
Este post, porque aunque parezca mentira -y no me pongo colarado cuando me miras- estoy escribiendo. Llevo dos semanas sin contaros mis locuras, sin enfrentarme a mis miedos ni enfrascarme en alguna de esas batallas, de antemano perdidas…
En realidad, es todo lo contrario. Me explico; andamos enfrascado en una gran, gigante, mastodóntica, seguido por todos los superlativos que se os ocurran… batalla que puede acabar como el rosario de la aurora.
(Aprovecho estas líneas que seguro que va a leer el Filósofo para pedirle que me explique en su #Moradeo el origen de lo del «Rosario de la aurora…»)
Pues sí, querido lector que sigues fiel a nuestras cosas. Hemos añadido una sección fotográfica no oficial (arriba a la izquierda), hemos añadido otra sección más femenina (arriba a la derecha) llena de complementos y ropitas chulas, y el filósofo hace sus encajes de bolillos para traernos toda la actualidad sevillista desde su corazón más nervionense. Incluso nos deleita con sus viernes de enseñanza, pero escribir, lo que se dice escribir…
Así que este post debe servir de motivación para volver a la senda de las plumas tecnológicas en forma de teclas y no dejar más abandonada la que fue mi morada…
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