He sido feliz contigo. Inmensamente feliz.
Te he querido tanto que he sido infinitamente feliz mientras te tenía, en cada esquina, durante el día y durante la noche.
He sido tan grandiosamente feliz, amada mía, que he llegado a conocer todos tus sonidos, todos tus olores y todos tus silencios.
Te he amado hasta saberme todos tus nombres y no perderme ninguno de tus detalles.
He llegado a estudiarme tu luz y tu oscuridad. Tu lado bueno y el más amargo.
Te he sentido si te lloraba y casi he muerto mientras te ausentabas.
Y con todo, nunca seré tan feliz como lo he sido al ver mi legado junto a ti. Su cara, su asombro, su expectación, su alegría… su luz al estar contigo.
Yo solo quiero que él te llegue a querer igual que yo lo he hecho. Yo solo quiero que te respete, que te siga, que te conozca y que te comprenda.
Y solo quiero, Semana mía, que me lo cuides y no dejes que se aburra ni lo desvíe tanto indigno de ti.
Si tú le haces feliz y él lo es, a su vez, contigo, yo también lo seré hasta el fin de los días.
Deja una respuesta