Cristobal Galocha
Quien quiera saber de que ha ido la Semana Santa de 2022 que acuda a las historias pequeñas. En esta, como en las anteriores, lo memorable será lo que solo sabemos cada uno de nosotros sobre nosotros mismos o sobre nuestra gente cercana.
La Semana Santa está en aquel que le prometió a la Virgen de la Estrella cruzar el puente vestido de nazareno el Domingo de Ramos. Hizo la promesa, y la cumplió. Esa es la verdadera pasión, la de aquel amigo que necesita vestirse cada Madrugá de ruán para volver al inicio y poder empezar de nuevo con las devociones de su corazón.
La Semana Santa que no entiende de sobreactuaciones, sino la de sencillamente ponerse un costal y llevar a su Madre, acordándose de la que un día lo puso frente a Ella y que desde entonces una cara se le funde con la otra. La semana que se resume en un día, en una tarde de Viernes, cuando hay quien hace aquello que considera lo más importante de su vida, coger una cruz y echar a andar detrás de su Cristo.
La Semana Santa del sacrificio, la que consiste en cruzar dos noches y cuatro veces el Río para enseñar, que no imponer, a un niño quienes son sus devociones. O la Semana Santa de la duda por dejar atrás muchas horas de servicio y sacrificio… de las dudas ni se debió acordar cuando cogió la mano de su hija vestida de nazarena.
La Semana Santa de las gracias siempre, que otro año más le ha vuelto a revelar sus misterios a la gente sencilla.
Aurelio says
28 abril, 2022 at 00:19Bonito relato hermano… Vivencias