Sevilla fue testigo del último piropo, del último pasodoble de Los Sumisos, de sus últimos “graciosos” cuplés como exaltaba el poeta.
Carnaval, Cádiz en Sevilla, Los Sumisos con alguna baja por permanencia en La Prevención, sin Mota, sin Fali Figuier y sin los fichajes galácticos de Ramoni y Jesús Cateto, se presentaban en el Teatro de Los Remedios con el Poeta al frente.
Podríamos hablar de Carnaval, porque al final directa o indirectamente lo hacemos, pero no, hablaremos, hablamos, porque lo estamos haciendo, de algo más. Hablamos de la garra al cantar, hablamos de esos piropos a la policía, al Rey, a la Reina, al alcalde y hablamos de un paseo por las nubes sobre los adoquines gaditanos, recorriéndola, sintiéndola al compás,…
Pero también hablamos de la despedida de Fali Vila, una de esas voces únicas irrepetibles y que sin parecer hacer nada, te traslada a una fiesta de sentimientos única, capaz de levantarte del asiento en cada verso cantado.
Y sobre todo hablamos de Antonio, sí, de Martínez Ares, Don Antonio que diría el cuartetero… ¡Cuánta falta hacen poetas como tú! No quiero pero me acuerdo de él y no está y solo nos quedas tú y tu voz porque la gente te oye, incluso te escucha, y la vida no está para pasar por ella de puntillas.
Devorador de escena, director, padre, autor, compositor,… sin lugar a la más mínima duda, Los Sumisos es obra del Niño de Santa María. Atrás quedaron obras maravillosas, fantasías teatrales de otro mundo, pasodobles, Presentaciones y Popurrís de ensueño, pero lo que el pueblo necesita oír es esto: compromiso, critica, fuego,… Un poco de oxígeno para inundar nuestros pulmones de ese aire fresco que no es tanto pero que nos impulsa a seguir creyendo que hay algo más después de la mentira, de la falsedad, de esa máscara tan carnavalera.
Ojo, que todos estos poetas deben ser inaguantables en su día a día. Hay que asumir su nivel inalcanzable y tirar palante tratando de aguantarle el ritmo y no, todos no pueden. A todo el mundo no le da para entender tanto.
Último piropo Sumiso, último dedo en la llaga y con ganas, esperando esa ciudad invisible y descubrir el motivo de esas barbas en el tipo.
Sorteo hecho y el tac que se acerca demasiado al tic en nuestro castillo de tiempo…
Deja una respuesta