Cada 8 de Diciembre, no puedo evitar acordarme de mi uniforme azul, que luego con los años tornó a rojo escocés, pelo recogido en una cola, calcetines azules y los gorilas de toda la vida. Junto a esto, las vivencias de una infancia feliz preparando el día de nuestra Virgen.
Semanas de escribir a destiempo letras de unas canciones para un concurso que a sabiendas sabíamos que ganaría COU, pero con la esperanza puesta en que eso cambiaría ese mismo año, gracias a la música y letra creadas con ganas y seguras de ser unas compositoras fuera de serie…
Unas nos dedicábamos a crear, otras a tocar guitarras, castañuelas o panderetas, y todas a cantar de la mejor forma que sabíamos… Con el alma y el corazón.
Recuerdos de aquel patio de colegio, de la entrada al salón de actos, del fallo del jurado, y volver a subir al escenario por ser campeonas… Ese año, a mi curso le tocó repetir canción, ese año mi COU ganó. Sabíamos que ese momento llegaría y llegó.
Aún guardo en una caja de recuerdos la letra de aquella canción que nos hizo campeonas de aquella competición sana que aún hoy se sigue manteniendo.
Gracias a mi colegio por haberme enseñado, sobre todo, valores y respeto, crea o no crea, da igual, pero consiguieron que me encontrara, me ayudaron a crecer como persona, a formar mis sentimientos y mis valores y me siento muy orgullosa de ser Esclava, porque eso es un sentimiento y una forma de vivir y aprender, y lo seré el resto de mi vida.
Felicidades María Inmaculada.
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