Nunca olvidaré aquella sensación…
Caminaba lento y pausado, respirando profundo para que el olor del salitre entrara a mis pulmones, mis pies que se enterraban en la arena con cada paso, comenzaron a sentirse más livianos, como si el peso de la vida se iba quedando sumergido en aquella arena que rozaba mis pies y yo podía continuar andando libremente.
Mis ojos, que extasiados podían maravillarse con aquella inmensidad, las olas de color turquesa rompiendo suavemente en la orilla, la arena blanca y sedosa y los niños corriendo por la playa con entusiasmo, me hicieron ver que la vida es una sola, y que somos insignificantes comparados con aquella grandeza.
La perfección de la creación apareció frente a mi, aunque pensándolo bien, siempre estuvo allí, solo que esta vez puedo entenderla, somos un pequeño grano de arena, tal como aquella que mis manos podían tocar, pero mi ser no podía contar, en medio de aquella playa, las olas con su vaivén la llevan y la vuelven a traer, así como el tiempo, que se va y no regresar, pero nos queda el presente, ese regalo maravilloso que debemos atesorar.
Caigo de rodillas frente al mar, mientras su sonido me calma y me trae pensamientos dulces, el arrullo de una madre, el cantar de las aves, una nueva vida que llega al mundo, el amor más grande que he conocido, adiós que no son adiós, sino un pronto nos veremos.
El sol baña mi cuerpo con su luz radiante, cargándome de su energía renovadora, vuelvo la mirada al cielo con un suspiro, agradeciendo este momento. Soy yo, pero no soy más, estoy sin estar en este presente, el pasado me ha enseñado y el futuro es incierto, pero este día que tengo me llena de alegría y de esperanza.
Mi mente ha sanado y como aquella Alicia, ya no soy la misma de antes, soy ser nuevo y renovado, capaz de comerme al mundo y lograr todos mis sueños.
Sueños, que no son más que simplicidades comparados con los de otros, pero que para mí lo son todo. Ser amado y amar…
Andando con paso seguro hacia el mar me sumerjo en sus aguas, que para mí son sanadoras, mi cuerpo no tiene mal, soy sano y eso agradezco, siempre lo que me aquejó ha sido mi mente, cm tantas veces me ha invadido la depresión, por vivir el el pasado, otras tantas la ansiedad, por un futuro incierto y la espera de un ¿y qué pasará si?
Ya no más, hoy me niego, hoy renuncio a este mal.
Con el agua del mar sobre mi cabeza entiendo que hay cosas que no puedo controlar, fluir, es lo que debo hacer, como las olas que fluyen el el mar y sueltan toda su energía en la playa, fluir, es mi lección de hoy.
Me senté en una toca mirando al mar, estuve allí un rato, sintiendo la brisa fresca en mi piel, y tratando de ordenar los pensamientos, los detalles que antes no había podido ver, ahora son más claros, las conchas de mar que se encontraba en la playa, los cangrejos que se escondían en sus agujeros y las aves que volaban por encima de ella, todos ellos creando su paisaje natural. La playa siempre ha sido una de mis mejores terapias, la tranquilidad llegó a mi ser y las preocupaciones empezaron a desvanecerse. Todavía no soy la misma persona, pero ahora sé que he encontrado algo en la playa que me ha dado paz y fuerza para lidiar con los problemas. Puedo ver la belleza de la vida, incluso en situaciones difíciles.
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