Os contaré, corrían los primeros días de twitter y Victor Orta tenía perfil y yo, un enganchado a las redes no era más que un novato de manual que comenzaba siguiendo a los famosetes de turno, a los dos o tres conocidos que tenían esa red “rara” y preguntándome constantemente para qué escribir si casi nadie me leía.
Más de una década después, tanto ha cambiado todo como que el director deportivo actual del Sevilla FC no mantiene el perfil y ahora me leen, o me siguen, casi 6000 perfiles de todo tipo y yo sigo a casi 4000 y casi ninguno es famoso salvo algún amigo interesante de verdad… léase con ironía.
En esos días, parecía una red cercana para según qué cosas y no cabían las centenares de cuentas de desinformación sevillista ni existía el concepto de gurú… hoy todos tienen contactos, todos saben antes que nadie quién va a venir y quién no e incluso en qué condiciones. Un coñazo divertido hasta que deja de serlo por exceso.
Pues se disputaba el Mundial de 2012 en Japón y bueno, mi afición al fútbol iba un poco más allá de lo normal, sin ninguna pretensión, solo por amor al fútbol y en mis ansias, me fijaba en ciertos jugadores que a mí me parecían interesantes y que luego, unos pasarían al olvido y otros, como los dos de los que les voy a hablar, hicieron carrera en equipos importantes. Solo curiosidad, casualidad y una mijita de ojo clínico y en esas aparece una selección Serbia y un jugador que destacaba por su fuerza, seriedad, corpulencia… Ivanovic.
Llamó mi atención y me puse a ver que pese a su físico de central, destacaba en el lateral derecho. Posteriormente le dieron el premio al mejor jugador serbio del año.
En otro encuentro, sus trenzas, su descaro y velocidad me hicieron fijarme en Costa de Marfil y en un joven Gervinho, seguro lo recordáis…
Pues aquí, yo, con todo el descaro del mundo, como si de un entendido se tratase me atreví a escribirle a Victor Orta “recomendando” y preguntándole por ambos y la “posible posibilidad” de que fueran jugadores factibles de llegar a un Sevilla necesitado de todo eso.
Poco tardaron en llegar sus palabras comentándome que ambos eran dos grandes jugadores ya controlados -lógicamente yo no era ni soy profesional de esto- y que en ambos casos sus precios ya eran inviables para “nosotros”.
Luego, Ivanovic comenzó a explotar en un gran Chelsea y Gervinho comenzó a despuntar en el Arsenal tras sus primeros años en Ligue 1 con Le Mans y sobre todo, en el Lille.
Hoy en día, solo es una anécdota sin más y yo sigo viendo fútbol por placer y el gran Victor Orta por trabajo pero seguro que seguimos coincidiendo en gustos en algún futbolista.
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