Sí, señores, y aunque tengo claro que seguiremos jugando cada domingo, entrenando a diario e incluso sonriendo infinitamente con cada gol, la situación actual del club, con sus actuales dirigentes al frente, provocan que se marche un tío IMPRESCINDIBLE.
Cansado de lo de “Nadie es imprescindible”, aquí, presente, os diré que es todo mentira, que solo es una frase manida de mediocres que no llegan al nivel de exigencia, capacidad y resultados del susodicho en cuestión y del que hablamos: Ramón Rodriguez Verdejo.
La historia está ahí y claro que en una visión global el club, la marca Sevilla FC, está por encima de todos, pero ¿qué éramos antes de…? ¿Qué fuimos mientras no estaba él…? ¿Qué hemos vuelto a ser…? La única duda está en el qué seremos ahora…
Y no, no valen excusas de “yo soy sevillista y estaré con mi equipo en Segunda y donde haga falta” porque eso está muy bonito, es real, pero esto va de lo que hemos hecho hace “un ratito”, ganar títulos y para eso y para mil cosas más, Monchi, uno de los peores porteros de la historia, es el mejor y me atrevería a decir que único.
Que se marcha…? Adiós muy buenas; es profesional que no está feliz en su trabajo, cumple con un requisito de su contrato y se va, supuestamente, a mejorar sus condiciones laborales dejando atrás su zona de confort (frase también muy manida).
Y sí, es imprescindible porque no sólo sabe de fútbol, sabe de fichajes, sabe manejar equipos de trabajo y sabe lo que es la empresa casi mejor que nadie, además tiene carisma, don de gente y pasión. Y eso se nota…
El que venga solo vendrá a hacer su trabajo y ojalá iguale en títulos a Monchi (imposible, ya os lo adelanto), pero no será él.
Aquí, uno al que en el fondo de la pela que se vaya porque esto es un negocio y todo se mueve por dinero e intereses que incluso desconocemos. Y que además es el primero que lo ha criticado cuando ha fallado estrepitosamente, igual que haré con el que venga si no me gusta lo que hace.
No es lo mismo cumplir el expediente que cumplirlo y “hacer llorar a los suyos”. Lo siento, pero no…
Dicho todo esto, a dónde vaya y cómo le vaya me la trae al pairo porque no soy su amigo y ni tan siquiera lo conozco. Le deseo suerte como a cualquier ser humano en su vida profesional y punto.
Y remato este artículo “homenaje” encorajinado diciéndole desde ya al que llegue que lo siento mucho, que la losa que tiene encima pesa mucho y la sombra es alargada e infinita. Que se va a sentir muy pequeñito hablando en un lugar que no le corresponde pero que la vida es como es y las circunstancias son las que son.
Que Dios le coja confesado…
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