Tic, tac…
Nunca un nombre de comparsa fue tan importante y descriptivo como en estos días, a escasas fechas de comenzar a sentir a bombo y platillo, a respirar antes y después de un punteao. Preparando el corazón para que lata al ritmo de un tres por cuatro eterno. Tan eternas como las coplas de Cádiz por Carnaval.
Llámame colgao, déjame ser la oveja negra mientras seguimos cantándole al joyero esas alegrías de Cádiz.
Sacrificao allá donde fuimos felices, allá donde dicen que siempre se vuelve, a ese Cádiz puro donde hay herederos y herederas.
Se abre el telón. Suena la presentación. Chirigota clásica de esas que no te deja ni sentí las hambres.
Año de demasiadas ausencias; Tino decidió volver a parar para ¿volver a empezar?, Subiela, el Carli,… incluso el Vera. El Canijo, Kike Remolino e incluso Jesús Bienvenido que bien sería su venida, regresando de donde nunca debió irse.
Y un año más, la eterna ausencia definitiva porque dioses y mitos dejan paso a los fantasmas que son los únicos que acuden a la ópera. Capitán, tu veneno se seguirá recordando y echando de menos…
Que se abran las puertas a la literatura cantada. Cádiz se viste con sus mejores galas y los demás nos dedicamos a disfrutar.
Tic, tac…
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