Antes del VAR todo era más sencillo. Antes el jugador protestaba una decisión arbitral con vistas al futuro. Ahora ya no, con el VAR la protesta del jugador busca cambiar la decisión misma. Ahora son alegatos en pro de la justicia inmediata. Todo el afán del jugador es que no se reanude el juego, que la duda quede en el aire y que el demonio del VAR le sople al oído las palabras mágicas al árbitro: Tienes que ver el vídeo.
Así se protesta ahora, al instante.
Antes del VAR no. Antes el jugador sabía que la decisión del árbitro era inamovible. Por mucho que levantase la voz, lo pitado ya estaba pitado, y no se iba a mover. Por eso el jugador que protestaba lo que intentaba era condicionar al árbitro en su próxima decisión. Hacerle pensar, inocularle el virus de la duda. Así, quizás, en la próxima jugada, el dudoso colegiado se decantaría por equivocarse del lado correcto —Y aquí vendría uno de los problemas de los árbitros, que es pensar demasiado, pero eso lo dejamos para otro día.—
Eso, y no otra cosa, es lo que intentan los entrenadores, por ejemplo, cuando salen a rueda de prensa y “rajan” de los árbitros. Lo que quieren es que el próximo partido los fallos sean a su favor. Y no te engañes, compañero del fútbol sofá, el entrenador de tu equipo también. Por más que la excusa sea defenderse de los ataques orquestados contra el club de tus amores, lo que quieren es presionar. Y sí, los vídeos del Madrid también buscan influenciar a los árbitros. Y sí, los lloros de Xavi también.
Si lo consiguen o no, que Jabois me lo diga, que para eso es más listo que yo.
Deja una respuesta