Cuando la vida te pone trabas, el fútbol pasa a ser el escenario de un teatro cerrado, sin público, acomodadores ni regidor y entonces, el simple hecho de ver algo moverse y que te ayude a entretenerte mirando de reojo la pantalla del telefono ya es más que suficiente.
Así, de esta guisa y con estos ánimos me senté delante de la tele a ver si éramos capaces de seguir con la racha de victorias, de buenas sensaciones y ver si a Isaac se le siguen cayendo los goles. Pues…
El partido fue de no querer y no poder a lo mismo. Un Valencia de niños, luchando en la primera parte de la Tabla clasificatoria con fichajes de broma y con un Baraja que está manteniendo a flote una nave que, sin chocar con un iceberg, se iba a pique y ahí lo tiene, a flote, vivito y coleando y un Sevilla agotado en lo anímico que tras los dos chutes en forma de victoria parece ser y estar para acabar con la agonía de una afición agobiada, castrada y triste. Acabar con la agonía solo implica salvar los muebles y empezar a gestionar la te posada que viene.
Todos le achacan al equipo y a Quique que suerte no atacase, que no tiramos a puerta, que el equipo fue un desastre,… Yo sin embargo trato de ver el porqué de esta actuación. El equipo viene de los Infiernos a nivel mental y por ende, nivel físico y emocional que nos tenía hundidos y el partido de ayer sirvió para no tener sensaciones negativas que puedan provocar una recaída en lo mental y pueda ser conflicto y problema para volver a desandar lo caminado. Quiero creer eso.
Siete puntos de nueve, sin más. Buenas sensaciones en los dos encuentros anteriores y ninguna terrible anoche. Tal vez esté conformista, tal vez mi cabeza esté en cosas infinitamente más importantes pero el punto de ayer me supo a bueno, asumiendo y entendiendo El modo de juego en la forma que más he comentado.
Dicho todo esto, seguro se puede hacer mejor sin dejar desasistida la parcela defensiva y tratar de lograr otra victoria.
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