
El Real Betis Balompié sigue acumulando decepciones en este inicio de 2025. Tras caer estrepitosamente ante el Barcelona en Montjuic (5-1), el conjunto de Manuel Pellegrini sufrió una nueva derrota, esta vez en casa frente a un Alavés que llegaba como uno de los peores equipos de la competición. El 1-3 final en el Benito Villamarín no solo evidencia la caída libre del equipo, sino que pone en jaque el proyecto liderado por Ángel Haro y José Miguel López Catalán, que comienza a mostrar grietas profundas.
La noche comenzó con pitos ensordecedores desde la grada, dirigidos tanto a los jugadores como a la directiva. Los ánimos ya estaban caldeados tras la humillante actuación en Montjuic, pero la falta de refuerzos en el mercado de invierno ha encendido aún más a una afición que ve cómo el equipo, en lugar de fortalecerse, se debilita. Las ventas de Rui Silva y Assane Diao han generado plusvalías económicas, pero a costa de dejar un plantel descompensado y plagado de carencias, especialmente en el lateral izquierdo y en la delantera.
El partido comenzó con un Betis que pudo adelantarse rápidamente. Pablo Fornals, uno de los pocos puntos positivos del equipo, dejó a Vitor Roque solo ante Owono, pero el brasileño falló clamorosamente. Lo que pudo ser el 1-0 se transformó en un mazazo: pocos minutos después, un penalti provocado por Bartra tras una mala defensa permitió a Kike García adelantar al Alavés.
Aunque Jesús Rodríguez empató con un gran disparo desde la frontal, el Betis nunca logró imponer su ritmo. Las lesiones de Ricardo Rodríguez y la expulsión de Romain Perraud dejaron al equipo sin laterales izquierdos, y Pellegrini tuvo que improvisar una defensa con Natan fuera de posición. La debilidad táctica y física se hizo evidente en la segunda mitad, donde el Alavés aprovechó los espacios y la falta de energía del equipo verdiblanco.
Kike García, a sus 35 años, firmó un hat-trick que hundió aún más al Betis y desató la furia de la grada. Cada gol del delantero del Alavés era un recordatorio de las carencias defensivas y de la incapacidad de la dirección deportiva para reforzar al equipo en posiciones clave.
Con esta derrota, el Betis se aleja de los puestos europeos y se queda a solo seis puntos del descenso. Más preocupante aún es la sensación de que el proyecto liderado por Haro y Catalán está perdiendo rumbo. La falta de fichajes en un mercado de invierno donde se esperaba un golpe de efecto, sumada a las salidas de jugadores importantes, ha debilitado un equipo que ya mostraba limitaciones al inicio de la temporada.
Manuel Pellegrini, siempre cauto en sus declaraciones, dejó entrever su frustración al señalar que “hay posiciones más importantes para reforzar que la portería”. Una crítica velada a la dirección deportiva que evidencia la falta de sintonía entre el cuerpo técnico y la directiva.
El Betis necesita urgentemente recuperar la tranquilidad, tanto dentro como fuera del campo. Los jugadores deben dar un paso al frente, pero también es imprescindible que la directiva actúe con determinación en los días que quedan de mercado. Los pitos y las protestas en el Villamarín son un mensaje claro: la afición no tolerará otro año de mediocridad.
Si Haro y Catalán quieren salvar su proyecto, deben reforzar un equipo que se está hundiendo. Los errores no solo están en el césped; están en los despachos. Sin fichajes y sin autocrítica, el Betis corre el riesgo de perder todo lo que ha construido en los últimos años. El tiempo corre y la paciencia de la grada se agota.

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