
El Real Betis vive uno de los momentos más dulces de su historia reciente. La goleada por 5-1 frente al Real Valladolid no solo le permite dormir en puestos de Champions, sino que refuerza la sensación de que este equipo tiene argumentos, fútbol y ambición para cerrar una temporada histórica. Mientras los pucelanos certificaban su descenso virtual a Segunda en el siempre imponente Benito Villamarín, los de Pellegrini daban un paso más hacia un doble sueño: Europa y título.
El arranque fue espeso, como si la superioridad bética sobre el papel hubiera contagiado al propio partido. Poco ocurría en el césped, más allá de la temprana lesión de Javi Sánchez. Pero en ese tipo de escenarios donde todo parece adormecido, a veces basta con un gesto distinto. Y lo tuvo Jesús Rodríguez, que, con picardía, aprovechó un desajuste defensivo para abrir el marcador en el minuto 16. El 1-0 liberó al Betis, que empezó a encontrar espacios y a jugar con más soltura, aunque sin la eficacia necesaria para cerrar el encuentro. El Valladolid resistía, muchas veces con faltas reiteradas sobre un Isco que empezaba a mostrar signos de frustración.
Poco antes del descanso, un error en la salida de Adrián permitió a Chuki igualar el marcador en una acción aislada. El 1-1 desconcertó al Villamarín y reforzó la idea de que no hay partidos sencillos, ni siquiera ante el colista.
Pellegrini reaccionó en el entretiempo introduciendo a Lo Celso para darle más control al mediocampo, pero el ritmo no mejoró de inmediato. El Valladolid incluso rozó la sorpresa cuando Raúl Moro protagonizó una jugada polémica que pudo acabar con roja para Natan, aunque el VAR detectó una mano previa y desactivó el peligro. El ambiente se caldeaba, el reloj avanzaba, y el empate comenzaba a hacerse incómodo.
Entonces, el técnico chileno tiró del banquillo. Un triple cambio dio aire nuevo al equipo: Perraud, Aitor Ruibal y Abde entraron con hambre. Y el impacto fue inmediato. En el minuto 64, Cucho Hernández rompió el empate con un disparo certero. Apenas dos minutos después, Isco puso el 3-1 con una definición de maestro. En cuestión de instantes, el Betis cambió el decorado por completo.
Con el Valladolid ya entregado, el tramo final fue una exhibición. Perraud se estrenó con un golazo en el minuto 83, y Abde cerró la fiesta con otro tanto en el 89. Un vendaval ofensivo que encendió la grada y alimentó el optimismo de una hinchada que ya se ilusiona con confeti, viajes europeos y gloria.
A falta de pocos partidos, el Betis se mantiene en la lucha por la Champions y está a tres encuentros de un posible título. El sueño verdiblanco se alimenta de noches como esta, en las que todo parece fluir. Que tome nota la Fiorentina. Porque si algo ha dejado claro este equipo, es que no está dispuesto a dejar pasar la oportunidad de hacer historia.

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