No habían pasado muchos días desde que te vi marchar de tu Estadio, por tu banda, con el escudo del equipo de tus amores en el pecho y aplaudido por tu gente. Ese día reuní las suficientes fuerzas para acercarme al Ramón Sánchez Pizjuán y dar una vuelta por ese majestuoso homenaje que tu afición sevillista y tu ciudad te brindaban. Antes no había podido, pasaba por allí y mis lágrimas brotaban por mi cara solo con imaginarme los mensajes de la gente y lo que yo te quería decir. Menos días habían pasado desde que la vida decidió que tú ya habías cumplido tu objetivo entre nosotros y que era el momento de irte al Tercer Anillo con tu abuelo, con la gente que antes se fue y con la que desde allí disfrutarías de los éxitos de tu/mi/nuestro Sevilla. Ese día pude acercarme a Nervión y aunque no pude retener mis lágrimas me sentí más cerca de ti, como cuando iba a verte a la Bombonera.
No podía ir sólo, y “pedí” que me acompañaran, no hizo falta insistencia porque ella también quería venir, conmigo, a sentirte. Mi sorpresa fue cuando me enseñó un papel en el que te había escrito lo siguiente:
“Hoy, 28 de agosto, la noche ha aparecido antes de lo esperado. A las 14.30h todo se ha oscurecido, la fe se nos ha apagado. Una nube ha teñido de luto el corazón de Sevilla, de España y el mundo.
La Giralda luce hoy, más triste que nunca. Nuestro Estadio no canta porque recibe flores. Y las del parque de Mª Luisa han perdido su sonrisa habitual. El Sol, hoy, ha recuperado su calor en lo que parece ser un esfuerzo de abrazar más fuerte a Sevilla. El río ha perdido su tranquilidad, porque comparte nuestra ira y nuestro dolor. Nervión, que tantas otras veces ha llorado de alegría, llora hoy un áspero dolor inconsolable, la peor de las derrotas.
Dicen que una persona no muere hasta que no mueren todas las personas que ha conocido. Tú nunca morirás, vivirás en nuestra memoria, en la de nuestros hijos, en Sevilla… Serás recordado con cariño, como un chaval normal, del barrio, luchador que llegó a lo más alto, y que se va regalando vida.
Ahora en las noches de Sevilla, habrá sobre una marea de mil colores una estrella más que nos sonreirá desde el Tercer Anillo…
Hoy Dios te abre las PUERTAS del cielo. Ramón Sánchez Pizjuán te espera para darte un abrazo.
TE ECHAREMOS DE MENOS”
Me quedé sin palabras y emocionado. Sabía de su gran corazón y de su facilidad de escritura, pero no me lo esperaba. Ella sin ser sevillista de “chiquitita”, sin vibrar con los goles de tu/mi/nuestro Sevilla, se siente sevillista. Y lo demuestra, porque teniendo un corazón tan grande, ¿cómo no le va a latir nuestro escudo?
En ese momento, con “envidia” de admiración (siempre la tuve hacia una de las personas más especiales de mi vida, como todos sabéis) le pedí un bolígrafo, y en el hueco que quedaba quise expresar lo que sentía en ese momento. No recuerdo muy bien las palabras, pero no hace falta recordarlas porque las llevo dentro:
“Para mí Antonio, fuiste lo que cualquier chico de barrio que amaba a su equipo quiso ser. Cumpliste nuestros sueños de niñez. Todos deseábamos de pequeños jugar en Nervión y hacer la jugada perfecta. Defender ese escudo y convertirnos en ídolos. Tú, además, lo conseguiste sin perder la sencillez y la ilusión de ese niño.
Cuando vaya al Ramón Sánchez Pizjuán, me sentaré en la grada, mi Gol Norte y desde allí te echaré de menos. No te podré volver a ver correr por la banda, ni celebrar goles y dedicárselos a tu abuelo y a tu niño. Pero siempre estarás presente, en cada celebración y en cada cántico serás recordado.
Un día, volveremos a vernos Antonio. Yo estaré en mi asiento, como siempre, y tú estarás por la pradera de Nervión, haciendo “cositas” con tu zurda. Yo te aplaudiré y cantaré y tú nos animarás a que lo hagamos más fuerte. Así volveremos a sentirnos como si nada de esto hubiera pasado, como siempre fue y como siempre debió haber sido. ”
Tras esto nos acercamos al estadio y lo dejamos en la puerta nº 19, por la que siempre fui a verte, por la que me “enseñaron” a entrar a la Bombonera. 🙂
Hoy se celebraba el III Trofeo en tu memoria, (quizás algo deslucido por la fecha, tiempo y rival, pero el sevillismo no te olvida, ni lo hará) frente al Granada. Ya sabes que el club trata de premiar a los equipos andaluces destacados en temporadas anteriores. Y tú como buen andaluz que eras, bandera en mano siempre, te sentirás orgulloso seguro.
Hoy no hemos ganado, como pasó en Mónaco cuando con tu recuerdo tan presente, tus compañeros y tu afición fuimos a que el mundo entero supiera de tus gestas y de la grandeza de tu ser. Pero no hemos perdido, hoy te hemos seguido recordando y lo seguiremos haciendo y eso es una victoria para nuestros corazones. Como lo harán todos esos niños que no pudieron disfrutar de tu fútbol, y que desde la Carretera de Utrera querrán parecerse a ti y mirarán al cielo y a tu estatua, con una sonrisa cuando celebren sus goles.
Como dijo Alphonse de Lamartine: “A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”, contigo Antonio se fue un pedazo de cada uno de nuestros corazones sevillistas, sevillanos, y de todo el mundo y eso te convierte aún más grande.
Con el tiempo hay muchas personas que se van de nuestras vidas, de una u otra manera, pero siempre queda algo de ellos en nuestros corazones. Muchas veces queda muchísimo y por eso se les recuerdan siempre y nunca se van. Tú sigues entre los tuyos, siempre presente. Hoy el Trofeo no se ha quedado con nosotros, algo nuestro que se lleva otro, como tantas otras “cosas” en la vida.
PD: Gracias a Irene por su texto y a Pepe por todo.
ÁS_FdN
el guerrero says
25 noviembre, 2010 at 10:35No puedo plasmar mis lágrimas en este texto así que lo único que puedo decir es que Antonio estará sonriendo con tu escrito…
Dicen, que todo lo que empieza acaba y los sabios del lugar comentaron un buen día que nada es para siempre…
Aún recuerdo a mi ciudad llorando por el más torero de los canteranos…
Canijo de Triana says
25 noviembre, 2010 at 16:11P.D2: Gracias a TI por todo, y sobre todo por hacer que cada crónica sea UNICA.