Extenuado, dolorido, sudando, estresado, así me encuentro en este momento…
Extenuado por sentir en mí un personaje, por vivir cada segundo como si de otra persona se tratase. La película de la vida me deparaba un lugar para la gloria, uno de esos momentos que se recordarán mientras el hombre exista. Nada podría interponerse entre la cúspide de la infinita montaña de los sueños de mi juventud y la realidad. No existe enemigo capaz de aguantar mis embestidas hacia la meta, sin foto-finish, no puede haber dudas; es mi personaje…
Dolorido por el esfuerzo. Incansable en la entrega, en la lucha. Mi cuerpo no puede ser un obstáculo, mis huesos tienen que ser sustento y acicate para llegar, para dar el vigor necesario a los músculos de mi ser para batir todas las marcas, a saltar cada valla, a llegar mas alto que nadie, a ser el más veloz de todos los velocistas que se recuerdan…
Sudando me hallo tras contemplar cómo ha pasado ante mi el personaje de mi vida y cómo pasa ante los demás; como los demás dudan de mi nivel, como otros admiran mis proezas y tratan de imitar lo inimitable. Todo lo conseguido por mí es incierto para ellos. Incertidumbre que se transforma en desasosiego, pena, tristeza, llanto por ver que jamás llegarán a ver el patio de butacas del teatro de sus vidas aplaudir como estos días lo hacen a mi persona, a mi papel, a mi personaje…
Estresado porque ha llegado el momento, estresado por ver que el punto culminante del camino andado esta delante de mis ojos, lo alcanzo con la yema de los dedos, prácticamente puedo oler ya su aroma y sentirlo, vivirlo, gozarlo…
Me siento bien, feliz, alegre, orgulloso, mejor que nunca a pesar de las adversidades. La dificultad ha sido colosal, sublime, superlativa, prácticamente insalvable pero he conseguido llegar a este punto. Y para ello he tenido que enfrentarme ante el rival más temido, el más temible, al que todos temen, al que todos evitan, al que difícilmente puedes aguantarle la mirada, ese que ves pasar cuando tú pasas delante de un espejo, ese que siempre se ve reflejado en el fieltro que recubre cada postal en blanco y negro, ése que aún perdura entre ese horrible marco dorado y un marinerito con perfecta raya a un lado… me he conseguido vencer a mi mismo…
Y ahora, justo en el momento en que todos saben que has vencido a tu pasado, a lo que eras, o a lo que no; ahora que tú tienes las llaves de tu propia jaula y dejas que la selva entre en ti, ahora, justo ahora, es el momento de decirle a todos los enemigos que dejaste atrás que ellos sin ti, sin ti…no son nada.
Abraham says
18 julio, 2011 at 14:02ARTE Y ODIO
Mis enemigos, sin mí,
no son nada. Mañana
me levantaré y lucharé
por amor, hasta acabar
el día siendo digno
de ellos.
Mayte says
19 julio, 2011 at 18:14Muy bueno; rápido y con intención….enhorabuena
el filosofo says
20 julio, 2011 at 00:20«es el momento de decirle a todos los enemigos que dejaste atrás que ellos sin ti, sin ti…no son nada», pero seguro que tú eres como eres gracias a ellos…