Guerrero perfeccionista

Últimamente me andan tachando de perfeccionista e incluso me tildan de excesivo perfeccionismo…

Uno solo trata de hacer las cosas bien, y si se puede, mejor que bien. No cuesta ningún trabajo hacerlo mejor que bien e incluso, si es posible, a la primera.

En mi experiencia laboral en el anterior curro, porque no me dejaron más, tuve que luchar contra un sistema lamentable donde la prueba y el error era su modo de trabajo porque estaban acostumbrados a eso y como no tenían vida, pues a nadie le importaba regalar horas a la empresa.

Un año me costó cambiar las cosas, implantar protocolos de actuación acordes a las personas y a la educación y cultura del grupo y todo el mundo lo entendió… Las cosas bien hechas, bien hechas están. Como dice el Niño del Zurraque.

Pues ahora me toca lidiar con otras personas, en muchos ámbitos de la vida y todos con un denominador común: se la pela hacer las cosas bien. Solo cuenta el fardar, vacilar y pasar página cuando con un poquito de interés, todo es mucho más bonito, divertido y atractivo…

Pues no señores, es imposible (en verdad no lo es y se va a demostrar…) No es posible que las cosas funcionen como Dios manda porque gestionar, lo que se dice gestionar, lo llevan regular.

Ese concepto de saber mandar es complicado de aplicar… Eso sí, el 1.0 que no salga de mi vida…

Pagos en billetes y sobres, todo a mano y el ordenador como si fuera una máquina de escribir con pantalla. El correo electrónico, una utopía, e incluso el Whatsapp es un reto.

Así es difícil remontar; uno propone muchas cosas para mejorar porque indirectamente me interesa, lo haría incluso de forma desinteresada y nada. No hay más ciego que el que no quiere ver, o no puede, porque no le da para más…

Traten de hacer las cosas lo mejor posible, para que el resultado sea óptimo, que si algo falla, se quedará en una tarea correcta…

Joder, y sí, soy muy perfeccionista. No sé hacer las cosas al salir…