Ese hombre que me mira…
No es manía persecutoria, para nada, pero ese hombre me estaba mirando…
Lunes, cierto; por la mañana, correcto; pero mi ritmo laboral ya me ha hevho pasar por varios pueblos y lo frenético del día me ha hecho incluso soltar una leve sonrisa de: ufff, estoy fatal.
Me detengo a desayunar rápidamente para seguir la ruta y tras conseguir sentarme, noto que hay alguien mirándome.
Estar todo el día en el coche, atento a todo y tratar con decenas de personas al día te agudiza lo sentidos hasta tal punto que ves de espaldas, hueles a leguas y solo oyes lo necesariamente imprescindible, poniendo el automático cuando el tema es vacío.
Y en esas, lo noto, miro a mi alrededor y solo veo camareros y hombres y mujeres comiendo. Sigo en el bar…
Y en estas que me da por mirar, así como para atrás, y noto su presencia. Sus ojos clavados en mí. Su cara me resulta conocida y a la vez, “no le pongo cara”.
No quise ser descarado y retiré mis ojos de aquel hombre y volví a mi desayuno durante dos segundos. Solo dos, sí, ¿por qué? No por cotilla, es que aquella cara…jajajajajajajajaja estoy fatal, aquella cara era la del profe ese que va por toda Sevilla enseñando a aprender e incluso a solventar ejercicios y algún que otro problema. O sea, era yo…
Mirar, verte en un reflejo en un cristal y no reconocerte…y eso que no he cambiado de look.
Estoy mayor, tanto que ni me reconozco en los espejos…
Deja una respuesta