Jamás supo el ser humano de la existencia de ajardinado edén que se comparase con tu belleza. Grandes jardineros labraron tu tierra con la fehaciente certeza de que florecerías esbelta y bella, radiante flor entre las flores.
Jamás hubo conocimiento de labranza tan sofisticada, efectista y efectiva. Cimientos que a buena tierra se agarran para enraizar los alrededores con tus aires y tus desvelos.
Imaginación insuficiente como insuficiente las comparaciones. ¿¡Quién se atreve a ello!?
Aires que te enaltecen convirtiéndose en huracanes. Aires capaces de enarbolar dinastías completas de las más prestigiosas monarquias europeas. No cabe sentencia que exalte princesa ni reina que posea la capacitación de igualarte.
Tallo erguido, inconfundible tintinear de pétalos en tu cúspide.
Así eres, esbelta y Bella flor que reina triunfante desde la techumbre celestial del reino.
Tú y solo Tú, canturreaba el juglar y solamente se me acercan pensamientos a mi cerebelo sobre ti. Tú y solo Tú…
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