Existen fuerzas en el Universo muy estudiadas. Newton, Coulomb, Lorenz,… todos ellos, de una forma u otra, con diferentes naturalezas de por medio, han pasado a la historia por ser grandes conocedores de la gravedad, la electricidad y el magnetismo, sin embargo, hay fuerzas que gozan de una mayor intensidad y de un mayor peso -que también es otra fuerza- y tal vez nadie las ha estudiado con detenimiento, aunque muchos las analizamos de manera superflua. Os hablo del compromiso.
La sociedad actual, muchos la critican por su carencia, por la ausencia de valores, de entrega, incluso de lucha. Muchos utilizan las redes sociales como vehículo para canalizar su ira, su descontento e incluso contar sus felicidades.
Pues hay una fuerza que si eres capaz de quererla, sentirla y analizarla hasta sus últimas consecuencias, obtendríamos fórmulas y ecuaciones que nos aportarían mucho como seres humanos: el compromiso.
Atender a una acción, realizar una tarea, pertenecer a un colectivo desempeñando un rol conlleva grandes dosis de la misma y sin esta fuerza, o manera de vivir, al poco tiempo, o estás buscando esas otras cosas que te motivan y te mueven -que también son fuerzas- o te aburres y te abandonas al rincón de la contemplación.
Esas otras fuerzas, casi todas son de rozamiento, y no porque posean una constante, si no por la fricción que terminan ocasionando, erosionando a la propia persona y generando choques poco elásticos entre tus similares.
Amigos, el compromiso en una tarea es, junto con la ilusión que os contaba, uno de los pilares cristalinos a la hora de vivir, sentir y actuar en consonancia.
Comprométanse, pero de verdad, a pecho descubierto, a porta gayola que dicen los taurinos y entreguen su alma a la causa. Olviden las defensas del, ¿y si no salen bien?
El que da todo de verdad siempre triunfa incluso si acaba empatando…
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