Este Rey Santo, en el control del raciocinio y la honorabilidad, descartó desde sus infantes jornadas joviales el andurrear con la crítica vacía en la extremidad siniestrada para evitar así el confrontamiento innecesario y mantener Lobera enfundada pero dadas las fechas que corretean por delante de nuestros ojuelos, encantado de ser descriptor del Reino, corresponsal de nuevas, en duras, maduras y más duras si caben.
Tras un primer proceso de escritura introductorio, hasta el pergamino acá donde delineo con tinta estos vocablos, está como se dice en la Anchá de la Feria, “comiito” de mierda.
Por decenas, cientos y cuasi miles de quejas ilustradas se cuentan hacia el edil y su consistorio. Unas, con afán de desprestigiar un bando político con miras a la cercanía de las urnas no catedralicias, otros, con la simpleza de mostrar una realidad palpable y en la totalidad de la casuística, con certero y preciso dominio de la razón. “Mas razón que un santo” que se versaba por callejuelas trianeras antaño.
Sevilla, el Reino de Sevilla, sempiterna coordenada del planeta Mundo, faro y emblema de majestuosidad y que parece “dejada de la mano de Dios”. Esta secuencia verborréica ha sido extraída del mismísimo Mercado de Abastos de la Encarnación en años de solera.
Desde mi urna izo voz en grito y exijo. Tal vez solo exalte la problemática y sirva de análisis para una cuantiosa mejoría en lo estético e incluso en lo salubre.
Sea como fuere, ¡Sevilla!, sonríe.
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