El fuego sigue, hiriente,
¡maldita guerra!, frío ambiente.
El humo, persiste, caliente;
cañón cargado, impaciente.
Los señores, desde sus sillones,
jugando a la guerra, con vidas.
El pueblo sufriendo, por millones,
cansado el resto, ya no mira.
Estrategas en siglos pasados,
batallas de honor a campo abierto.
Asesinos de pobres necesitados,
que se burlan en el desconcierto.
El sonido vuelve imponente,
carreras en balde, el presente.
Siempre es demasiado, suficiente,
que la vida no se juega en el frente.
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