—No me reconoce, ¡es posible que nos hayamos visto anteriormente en la comisaría!
—¿Quién eres? —Preguntó Nina sacando el arma y apuntando al pecho amenazó con dispararle. —Soy el agente García, sobrino del comisario Andrea. Hoy es mi primer día y usted es la inspectora Nina Pérez. Mi tío dice que es la más joven de Cádiz, pero que está suspendida de empleo y sueldo por haber metido la pata “lo más grande” en su primer caso. No creo que le guste saber que ha vuelto a este lugar.
—Eso te ha dicho. Bueno, ¡mientras no le revele mi domicilio!
—En San Juan de Dios, cerca del ayuntamiento —dijo con una sonrisa, justo antes de que el sonido de un disparo hiciera que ambos se tiraran al suelo. Antonio se tapaba la cabeza con las manos cuando Nina le ordenó, — debes arrastrarte hasta la ventana, necesito que tires de ella y la coloques a unos quince grados. ¡No me mires como si estuviera loca! ¡Ve hacia la ventana! —le repitió mientras se presionaba el costado. Antonio empezó a moverse, lo hizo deprisa, sin apenas levantar el cuerpo del suelo. — ¿Piensas que sigue ahí, o se habrá marchado? —preguntó estirando la mano hasta llegar a la ventana, — hecho, quince grados.
Oye, ¿por qué estabas tan nerviosa cuando te he visto en el pasillo? ¿Te estaban siguiendo? A mi juicio, esto ya no es un asunto menor. A mi tío no le gustará ni un pelo; aseguró a mi madre que me cuidaría, por eso sospecho que cuando me dio las llaves y dijo que solo tenía que recoger unas muestras en esta dirección de Chiclana, no contaba con que estarías aquí. Volvió la cabeza y esperó una respuesta, pero se resignó al ver que Nina estaba muerta. —“Vale, esto no me lo esperaba”, permaneció inmóvil considerando empuñar su arma. “Odio no tener un plan táctico, pero me fiaré de mi instinto, de la información que tengo y de mi experiencia como soldado, puedo esperar, sí que puedo y cuando lleguen los refuerzos verán que soy un modelo de fortaleza, ¡lo mejor del cuerpo!, aunque supongo que perderé algún crédito por su muerte. Una pena; sin embargo, debo concentrarme o encontrarán dos cuerpos.
—Tengo que esperar a que te den la medalla o te pido cita urgente con el psicoanalista. Vamos a que esperas para soltarme el chaleco, me estoy asfixiando, —susurró Nina.
Continuará…
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