Una semana después Lucía seguía recordando lo que pasó, desde entonces la forma en que miraba a Nina había cambiado mucho, tanto como su modo de vida. Por su propia seguridad, las habían trasladado a un «piso seguro» en las afueras de San Fernando.
—No quiero hablar contigo —aseguró Lucía cuando Nina se sentó a su lado.
—Hermanita…
—No, Nina, necesito tiempo, además sigo pensando que deberíamos llamar a mamá y a papá. Son nuestros padres —afirmó Lucía.
Nina, comprendía a su hermana mayor, pero también sabía a lo que se enfrentaba; llamar a sus padres era una locura. Si lo hacía se arriesgaba a que ese asesino los descubriera. Solo imaginarlo encogía su estómago.
No permitiría de ninguna manera que algo tan peligroso sucediera. Por otra parte, se sentía aterrorizada, gran parte de su familia estaba en peligro por su culpa.
Los primeros días Isabel y Laura estaban muy afectadas, prácticamente se pasaban el día llorando; en sus ojos se apreciaba como todo aquello les había robado la seguridad. No comían y apenas dormían.
Lucía pasaba por lo mismo, aunque debía agradecer a Reyes y a sus contactos. Por el momento, sus hermanas estaban a salvo, y tras lo que vivió en la comisaría aquella mañana, se podía considerar un milagro:
—No entiendo… ¿Está usted diciendo que ese hombre nos está vigilando? —dijo Lucía mirando a su hermana, mientras el sargento Fabián le acercaba una botella de agua para que se tranquilizara.
—Eso creemos —aseguró Diego—. Las imágenes del vídeo de seguridad de las cámaras del instituto nos generan incertidumbres, ya que lo que le ocurrió a su hermana Laura fue intencional. No obstante, debe estar tranquila, el sospechoso ha sido detenido.
—Quiero verlo —dijo Lucia con la cara desencajada, mirando decepcionada a su hermana.
—Verás, pienso que no es una buena idea —respondió Nina mientras bajaba la mirada.
—Ah… No te parece buena idea. ¡Vaya, en serio! ¿Por qué?
—Díselo —sugirió Reyes, mientras recibía un chivato por el móvil —llame al juez y consiga una orden para esta dirección —dijo arrancando la hoja donde había tomado notas para dársela a Fabián. Él la miró fijamente y se la mostró al comisario.
—¿Diego? ¿Qué sucede?
—Se trata de Isabel, ha intentado llevársela del conservatorio, cuando le han dado el alto ha huido.
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Continuará
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