No se oyen voces, la noche quedó callada ahogando los penúltimos ecos nocturnos.
¿Todos duermen? Todos maldiciendo en silencio. Más bien…
Las malas digestiones conllevan alguna que otra hora agitado, pesado, muy pesado.
No se oye claxon algún, los coches se quedan mudos, como quietos, también callados. Ya ni los perros ladran para recibirte.
Parece que el dolor duele, y duele mucho; las envidias afloran ante las dudas y ante lo evidente. Así son.
Excusas perdidas, televisiones apagadas y muchas rayas en pijama. Entre 13 y mil…
Se acaban las bromas sin dar paso a las broncas, para qué… ellos viven mejor así y nosotros a lo nuestro.
Ahora se ríen de ¿nuestros males? Maldito mal que ni una astilla me clavas…
Reflexiones breves, tan breves como alargada es la sombra que les da cobijo aunque no quieran acogerse a ella. Ni nosotros que se acerquen al árbol. Que madruguen a ver si alguien les ayuda…
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