1. m. Objeto, a veces con figura o inscripción, al que se atribuyen poderes mágicos.
Llevaba días intentándolo y le quedaba poco para alcanzar el talismán. Manuel estaba al límite de sus fuerzas y sabía que no tardarían en apresarlo. Un intento más y estaría a salvo. Entonces se agotó la batería del ordenador y el juego terminó sin opción a guardar los progresos.
Calila
Aquella tarde, con su despedida, el se dio cuenta de que nada sería igual. Cada vez que estaban juntos las nubes formaban figuras extrañas, incluso aquel unicornio que parecía galopar en el firmamento. Ella siempre fue su talismán, ahora solo queda tristeza y vacío que nadie podrá llenar.
Manuela Sánchez
Tan sólo con pensarte, lo consigues. Me calmas. Por momentos siento que esa energía positiva, cual talismán, se adentra en mí, en mis ojos, en mis oídos, en mi sentir. Es grandioso. Sé que lo haces gustoso y yo…Yo… Me derrito…
Patricia Delgado
Se puso de parto en el ascensor, mientras subía a su casa. Parió en el asiento del taxi. Su hija nació entre un parque y un edificio de oficinas.
Cuando consiguieron llegar a la puerta de urgencias, el taxista, emocionado, le puso en la mano una pulsera de plástico que hacía su pequeña hija de 6 años.
«Le dará suerte, será su talismán.»
La Renacida
Una foto en la cartera, una pulsera en el tobillo y un ritual a mi manera. No busco la magia, solo llevarte conmigo.
Ángel Salgado I
Eran las fiestas del pueblo y allí estabas tú con tus amigas. Recuerdo que me miraste de lejos e hiciste como la que no me había visto, pero tu sonrisa te iba delatado mientras, de reojo, seguías mis pasos hacia ti. De fondo, sonaba esa canción… «yo soy la tierra de tus raíces».
Ángel Salgado II
Mi talismán está en tu mirada, en ella está la magia que necesito.
Ángel Salgado III
Si su protección quisiera,
te aseguro que la buscaría.
Si de mí dependiera
mi vida por ella daría.
Mas no creo en su miseria
que solo ruina nos traería.
De mentiras y de histeria
tu alma se llenaría.
Ángel Salgado IV
I
En el fondo de un cajón de la vieja cómoda que heredó de su abuela, la niña guardaba un unicornio esculpido en cristal, su talismán oculto. Lo estrechaba entre sus manos cada noche, y le contaba sus miedos. Al amanecer, siempre encontraba una pequeña pluma sobre la almohada, señal de que el unicornio había escuchado. Nadie más lo sabía.
II
Narra el mito que los unicornios surgieron de un rayo de luna que acarició la tierra. Eternos y esquivos, solo se revelan ante almas puras. Seres solitarios, cuya huella, al desaparecer, dejan una estela plateada, símbolo de paz, que jamás se borra del suelo que tocaron.
III
Tierra y cielo te forjaron al alba,
Anhelo puro de magia y virtud.
Llevas la fuerza que habita en mi alma,
Inmortal haz de luz y quietud.
Sabio guardián de tiempos lejanos,
Misterio eterno que transmites mi paz.
A ti confío mis temores más humanos,
Nadie los traspasa, mi fiel talismán.
Anita
I
En aquella sociedad tribal, los talismanes regían cada acto y pensamiento. Un amuleto de piedra era guía y todos, atrapados en un círculo de supersticiones, temían afrontar sus propios destinos, entregando su libertad a la palabra vacía y a rituales insensatos de otros tiempos.
II
En la sociedad actual, los talismanes y las supersticiones se visten de lógica aparente y ciencia falsa. Horóscopos, amuletos y fórmulas de éxito se consumen con fervor mientras ceden su voluntad a palabras vacías y a rituales insensatos de aquellos tiempos pasados. Como ven, nada ha cambiado.
Nemesio Laverde
I
Pues yo tuve la suerte no hace mucho de disfrutar con la presencia de un unicornio y un cochino. Sería por aquello del talismán.
II
Algún día os contaré la historia del rinoceronte que quiso ser unicornio…
III
Jamás evité pasar por debajo de una escalera, jamás de un gato negro me alejé. Jamás tuve una herradura, jamás un trébol de cuatro hojas encontré.
Escribiendo esto empiezo a entender lo de mi mala suerte…
Juanma García
Por Sevilla no pasean unicornios pero es talismán para todo el que acaricia uno de sus adoquinadas callejuelas.
Rey San Fernando
I
Atraes mi fortuna, me cuidas y proteges sin cesar. El amor de mi vida, mi talismán.
II
El talismán brilló en su mano, pero al caer, desapareció. Una profecía permaneció en el aire: «El fin florecerá.»
III
Confiado en que su talismán lo protegía, luchó todas sus batallas como un verdadero héroe. Viendo el ocaso se dio cuenta de que esa mañana no lo había cogido de su mesilla.
Rocío C Gómez
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