
Cuando la niebla invadía Soterra ocurrían dos cosas a tener en cuenta. La primera que el pueblo desaparecía de la superficie con lo que no llegaban los viajeros. La segunda que el tiempo se detenía y los vecinos caían en un sueño reparador con el que solucionaban sus problemas.
Calila
Pero, ¿cómo pudo atreverse? Hacerte desaparecer por momentos. Dichosa niebla. Valientemente. ¿Acaso no sabía que con tu grandeza saldrías airosa de la situación? Los jarros de azucena la espantaron. Y tú, Giralda, tan solo resurgiste, para mi gran consuelo.
Patricia Delgado
I
Sin salida
La niebla espesa me sigue. Cada paso pesa como si el suelo tragara mis pies. Las voces se mezclan en ecos que no entiendo. Hoy, ni mi reflejo en el espejo sabe quién soy. Solo quiero dormir hasta que aclare.
II
Paréntesis
El mundo afuera corre, ríe, grita. Yo, envuelta en la niebla, camino lento. No duele, no arde, no importa. Es un paréntesis gris entre las horas. Mañana, tal vez, recordaré cómo se siente el sol.
III
Náufraga entre pensamientos,
Invisible bajo el peso del día,
Escucho susurros que no son míos,
Bailan sombras en mi pecho,
Llueve dentro,
Ansío claridad.
Anita
Una simple máquina de humo sirvió para engañarlos a todos. Cuando la niebla se había disipado, el asesino ya había hecho su trabajo. Ahora era el momento de los lamentos y de echarse las culpas los unos a los otros…
Ángel Salgado I
Imposible ver nada, aunque ya le habían mentido tanto, que ni viéndolo con sus propios ojos, les iba a creer.
Ángel Salgado II
La niebla le impedía ver el horizonte, pero ella siguió caminando sin miedo y decida.
Al llegar, no había nada y tuvo que volver, pero cargada con el aprendizaje del camino.
Ángel Salgado III
Aquella mañana, la ciudad despertó envuelta en una niebla densa, espesa, como si se pudiera atrapar con las manos, o incluso ella te atrapara a ti, así como si el tiempo se hubiera detenido. Las calles, desiertas y fantasmales, ofrecían un escenario donde cada paso parecía un lamento. El gris lo cubría todo, recordándonos la belleza silenciosa de lo invisible.
Nemesio Laverde
I
En los ojos, catarata
En el coco, migrañas
En el alma, tristeza y pena.
II
Una calle, una Virgen, un perro, incluso nubes bajas.
III
Mañanita de niebla, tardecita de trabajo con dolor de cabeza.
Juanma García
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