
Después de andar y andar, encontré un banco de piedra en el camino. Esperaba poder descansar, pero cobraban por sentarse cinco euros. Entonces pensé que tratándose de bancos era barato.
Calila
Tantas veces me senté sobre él, duro, sólido, sin poder si quiera moverme. Los pensamientos iban y venían esperando respuestas que nunca encontré. El banco se piedra siempre siguió firme, no necesitaba hablar, solo escuchar mi historia.
Manuela Sánchez
I
Memorias de piel fría,
corazones que latían al mismo son.
Historias de noches de verano en las que pronto llegó el sol.
II
Un banco, dos amigos, tres cartuchos de pipas.
Tres vueltas al tema, dos confesiones, un verano.
Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón…
III
Se conocieron desde pequeños, jugando en el parque. Sentados en el banco, pasaban las tardes.
Crecieron, y donde pelota y pipas hubo, besos y caricias surgieron: en el mismo banco, se quisieron.
¡Ay el tiempo, que rápido pasa! Paseos matutinos, en el mismo banco acaban. Donde fueron pequeños, de viejitos se aman.
Rocío C Gómez
I
El banco de piedra conocía los silencios de las mujeres. Había escuchado secretos, resistencias y lágrimas ocultas. Cada grieta era una memoria de lucha, un eco de fuerza que ni el tiempo podía desgastar.
II
Ella se sentó en el banco y supo que no estaba sola. Bajo la dureza de la piedra latía la paciencia de todas las que esperaron justicia y no se rindieron.
III
Mis grietas no son heridas: son escrituras. Cada sombra que me toca escribe un poema breve que nadie lee, pero que yo conservo.
Anita
…y mientras limpiaba el patio, encontré aquella fuente sin grifo, ni chorro, que mi abuela siempre llenaba de agua para los gorriones y las palomas torcaces.
Al empezar a limpiarla, quedé asombrada porque lo que yo creía una pileta era, en realidad, un banco de piedra.
Feliz, cogí la manguera y un cepillo.Al ratito presidía, orgulloso, el porche del patio.
Me hice un café, me senté con las piernas recogidas y lo disfruté.
La Renacida
Me quedé mirando al final de la calle, esperando verte llegar y que fuera el principio del camino.
Ángel Salgado I
Cansado, llegó al pueblo y se sentó en el banco de la Iglesia. Justo en ese momento cuando tomaba el tan ansiado aire para sus pulmones, se quedó paralizado al ver todo lo que le quedaba.
Ángel Salgado II
En un banco fue, la primera vez que me enamoré de tu mirada.
Ángel Salgado III
Pudiera ser Herrera, mi pueblo,
de la Alcántara profunda.
De encina y pizarra, la tinaja.
Con una trocha como sendero.
De recuerdos sentado en un banco,
con amigos pasando el tiempo.
Ángel Salgado IV
I
El banco de piedra nunca cambió, pero la gente que lo ocupaba sí: turistas distraídos, vecinos invisibles, mendigos ignorados. La sociedad corre, pero él permanece, testigo mudo de un mundo que olvida demasiado rápido.
II
Mientras el planeta se agrieta, el banco resiste sin moverse. Somos nosotros los que nos desmoronamos en prisas y pantallas, incapaces de aprender de su calma antigua.
III
No envidio al tiempo que corre: yo permanezco. Mi silencio es resistencia y mi quietud, protesta contra el olvido.
IV
Del murmullo de pasos que ya no existen soy testigo.
Cuando nadie me mira, sus ecos regresan
y me cuentan que aún sigo vivo.
Nemesio Laverde
I
Incansable, robusto, pétreo… el viento es fiel compañero y el tiempo, el que nos desgasta a los dos.
II
Incansable, robusto, pétreo… el tiempo erosiona la memoria, la piedra y desafía al viento.
III
Incansable, robusto, pétreo… el banco de piedra desafía a los dos.
Juanma García