
Ángel de papel. 1
Mi primer libro «serio» llegó a mi con 7 años.
Era una biografía novelada: me fascinó.
Luego, empezaron a llegar otros.
Unos pasaron sin pena, ni gloria.
Otros, forman parte de mi alma inmortal.
Y es el tiempo de hablaros del libro entre los libros.
JUAN SALVADOR GAVIOTA.
Me gustaba ir a la biblioteca.
A estudiar, a pensar, a descubrir, a refugiarme.
Pasaba por una terrible etapa de mi vida y, allí, era el único sitio donde el «ruido» no existía.
Solo una vez en mi vida he tenido una experiencia parecida fuera de una biblioteca, pero de eso hablaré otro día.
Como decia, la biblioteca era mi búnker, mi fortaleza, mi laberinto secreto.
Durante toda una semana, y al llegar por la tarde, había un libro en el carro para colocar…llegue a pensar que tenían muchos ejemplares y que estaba «de moda».
Pero yo, no estaba para modas.
Oculta en el último rincón de la biblioteca, y sentada con la espalda en una de sus estanterías, dejaba pasar el tiempo entre olor de papel crujiente y tapas de piel y plástico.
Sanaba.
Lloraba.
Sin ser molestada
Los libros siempre han sido mi medicina, mi ancla, mi alimento más sagrado.
La cosa es que un día, no cogí el mismo camino de siempre.
Mi Google Maps interior me orientó a otro pasillo.
Y allí, en el suelo, como desmayada, estaba la gaviota.
La miré.
Me dió una pena inmensa.
Me recordaba a mí, tarde tras tarde escondida y tirada al fondo del todo.
Y la cogí…
Y me escogió…
Y decidí (que no se entere nadie), llevármela a casa.
Sin pasar por registro, sin tiempo de devolución, sin aviso ni apunte.
Durante un tiempo paseó conmigo en mi bolsa.
Del coro al caño, del caño al coro…
Un día, al ir a buscar una cosa la vi.
Estaba en casa y la tomé entre mis manos y me dije…te quedas conmigo. Para siempre, sin condiciones.
Y la puse en mi mesita de noche, aún sin abrir.
Días, noches, atardeceres, madrugadas,…y no tenía no fuerzas ni ganas para leer.
Cero energía vital.
Una noche, que había gastado todas las lágrimas disponibles en mi cuerpo, me levanté a por un vaso de agua y cayó. Abierta. Desnuda y suplicante.
«Ya está bien de ignorarme, por favor.
¡Léeme ya!!!»
Su escandalosa exigencia me impactó.
Y la agarré con ambas manos, respetando el espacio ofrecido por sus hojas.
Y leí:
«Yo- Me pareció que estabas sola(dije a través de la distancia que nos separaba).
Gaviota- Tú, también lo parecías.
Yo- No quise molestarte. Si estoy de más, me voy.
Gaviota- No. Te esperaba.
Gaviota- Perdona que te haya hecho esperar.
Yo- No importa….»
En mi mente resonó un rotundo: «Ya estás aquí…»
Me gustaría contaros tooooda la historia.
Una historia real, mi historia real.
Pero hoy, necesito saber si a alguien le importa.
Si alguien la quiere leer. Gaviota también lo necesita….donde quiera que esté…
