Desde que el mundo es mundo…
Desde que el mundo es mundo y el homo es homo y dejó de ser animal…
Desde que el mundo es m… y el homo aprendió a hablar y no me refiero a los «juuuuu juuuuuu juuuuuuuu» de aquella época, siempre hubo formas de decir las cosas.
Me viene a la mente una clase de dibujo de primero de BUP; allí fue la primera vez que vi clara la diferencia entre un comentario o expresión hiriente y la misma pero en un tono mas divertido, coloquial, jocoso. Recuerdo a mi profe parar la clase medio serio medio de guasa y decirnos eso de que nunca vayamos a confundir un «eres un hijo puta…» con un ¡¡¡¡¡HIJO DE PUTAAAAAA!!!!! Es evidente que el primero es el típico comentario de un colega o amigo que te gasta el chiste por algo que ha ocurrido o has dicho, mientras que el segundo es digno de que la cara del emisor se golpee con tu mano, siempre perfectamente abierta…
Los modales son una cosa que o se maman de «chiquetito» o después es difícil de limar. Hay personas que no entienden otro idioma que el del griterío, los malos modos siempre acompañados de malos gestos y la palabrería por la palabrería sin llenar un solo hueco del vacío que producen. Ni que decir tiene que todo esto ha generado una especie en vías de desarrollo y que algunos denominan «chonis» y se sienten princesas de no sé qué pueblo. Aún más dolorosas son aquellas que se sienten centro del mundo dado que sus actos y sus llamadas de atención continuas así lo reflejan, o eso creen.
Hay otro sector dentro del modo de decir las cosas que engloba a lo directo, sensato o falso que pueda ser el emisor de la oración. Los hay muy directos, que no se andan con rodeos pero según quien sea la persona, es decir, si eres muy amigo te lo dice de forma “ahí va”… si eres familiar lo sueltas con un pelín de más tacto, aunque lo sueltes igualmente y después están los que no dicen nada pero sienten la necesidad de decírtelo todo. Personas las hay de tantos tipos…
Un caso curioso son aquellas personas que te dicen las cosas con una sonrisa en la boca. Te sueltan la directa desde el buen rollo, palmadita en la espalda, risas y carcajadas y aprovechan el tumulto para soltarlo, así como quien no quiere la cosa, para ver si tu la recoges… En la mayoría de los casos, tú la recoges, y bien recogida y es ahí donde hacemos un bucle y regresamos párrafos atrás. Según sea el receptor de directo, pudoroso o «choni» la respuesta irá desde un silencio y me la trago, hasta una batalla campal en medio de la plazuela más concurrida o del mercado de abastos mas próximo a tu lugar.
¿Qué es lo preferible?…pues mire usted señor, yo soy como yo soy y como actúo, y creo que lo mas humano, sensato y lógico es intervenir con un modo distinto según sea el otro homo, o mejor dicho, según la relación que tengas con él. Si es un amigo de verdad, de esos que siempre están ahí y necesitan escuchar tu verdad, del tirón, sin circunloquios, al corazón. Los amigos de verdad son los que te hacen sufrir, no los que te ríen las gracias, aunque esto ultimo sirva de excusa para romper relaciones porque como dicen por ahí la verdad duele y es preferible no escucharla.
Si el receptor de tu comentario no llega a ese nivel de confianza, hay que cambiar el registro y tener un poco de más tacto…llegando incluso a no decir nada si ni te va ni te viene, evitando así un posible choque absurdo.
El ultimo caso es el momento falso. Sí sí… No te preocupes, y zas en toda la boca!!! Eso sí, con mi mejor sonrisa, y si puedo incluso con oyuelo en la cara…un jajajajajaja y como quien no quiere la cosa….¡¡¡Tú la llevas!!!
Por eso, y por todas las mil y una razones que podría exponer, seré muy directo, como me caracteriza y no me andaré con rodeos: aunque tú no te lo creas, hace tiempo que quiero decirte una cosa. -empiezo a sonreír- el otro día – le hecho el brazo por encima a mi colega del alma al que siempre le hablaré claro- cuando estábamos todos allí, antes de que ella llegara -ya me empieza a doler la cara de forzar el gesto jocoso- hubo una pequeña cosita, nada, en verdad algo insignificante, sin importancia de ningún tipo… – llamo a dos colegas y les cuento un chiste en presencia de mi supercolega- apareció tu madre…y entre mas risas – ay que ver el rato tan bueno que estamos echando…- pues me empezó a hacer cosquillas, yo se las devolví… –“hioputa” que te quiero amigo, dame un beso- y entre un jajajajajaja y otro jajajajaja terminamos pasando la noche juntos… -Bueno, ahora vuelvo que me llaman al móvil!!!- (¡¡¡Tu madre gilipollas que quiere repetir!!!)
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