Ayer, Día Mundial del Síndrome de Down una foto me hizo pensar…
La postal me recuerda al post que escribí no hace mucho sobre la interpretación.
En aquel escrito, la interpretación era sobre un texto, ahora es una foto la que me hace reflexionar.
Para muchos, posiblemente la mayoría de vosotros, la postal será algo tierno, dulce y entrañable. Para mí es algo doloroso y terrible…
Vaya por delante que me considero una persona fría en mis sentimientos hacia otras personas. Sólo me duelen los míos…
Yo no soy de los que sale a la calle en manifestación por la pobreza en el mundo, ni se echa el kleenex a los ojos para apaciguar sus cataratas salinas por un volcán a miles de kilómetros de distancia de mi casa. Lo siento, seré un insensible, pero no me duele el dolor de un extraño. Sólo duelen los míos…
Pues eso, parto de que soy un insensible, pero para mí una postal con una criatura pequeña con Síndrome de Down en brazos de su padre, con hechuras de abuelo no me parece una foto atractiva. De hecho, desde que colgaron el almanaque en el aula se me revuelven las tripas cada vez que la veo.
No critico la idea del almanaque porque estas asociaciones hacen una labor fantástica y maravillosa, digna de las mejores menciones, pero lo siento, yo me pongo en la piel de ese padre y creo que mi vida se iría a la mierda.
Esta sensación será criticada por cualquiera de vosotros, y aceptaré las críticas y, si alguno de vosotros es padre o madre de un pequeño con esta enfermedad me diréis que os ha dado vida y que es lo más maravilloso del mundo.
Para terminar con este post comprometido, os diré una cosa: Si me toca el día de mañana un caso de estos, mi primer impulso será sentirme el más miserable del mundo, después lo querré con locura, pero sí tengo claro que lo educaré como lo que es y no como lo que debería ser, no hay nada que me de más coraje que ver a un pequeño de estos, hacer el ridículo por el afán absurdo de protagonismo de sus padres.
Pido disculpas si alguien se siente ofendido, pero son mis sentimientos actuales…
Es verdad lo que dices, pero la insensibilidad no es demasiado buena. Cierto es que el roce hace el cariño, pero si te enteras de un volcán que hace daño aunque sea lejos… Todavía me acuerdo de aquella chiquilla con el agua al cuello cuando la erupción del Nevado de Ruiz. Dicen que los afectados por el síndrome de Down quizá no sean conscientes de su problema. La niña del Nevado del Ruiz era muy consciente de lo que le estaba ocurriendo. Y me puso la carne de gallina. Son escenas que desgraciadamente se vuelven inolvidables. NO hay forma de borrar esos malos recuerdos. Un abrazo, Eduardo. P.D. Cuando puedas dame tu teléfono por favor.
Seguramente en esos primeros momentos saldría el egoísta que llevamos dentro pero quiero creer que al final prevalecería el amor que hay en nuestro interior. Hay que tratarlo con normalidad, dentro de la no normalidad que es, pero sin ir haciendo un espectáculo de ello.
Un beso.tv
Esa es una de las cosas que más me duele: el espectáculo.
Algunos padres se dedican a exhibir a sus hijos cual monos de ferias con la excusa de darle una normalidad a sus vidas… Los pobres son como son, no tienen culpa de haber nacido así, pero no jueguen…