Lo mismo que se me cerraban los ojos hace unas horas, se me han abierto.
Y se han abierto sin remedio, sin estrés, sin necesidad, sin motivo alguno, sin nerviosismo. Solo se me han abierto…
A eso de las cinco y pico y como abracadabra, las compuertas del sueño se han abierto de par en par y es el momento de aprovechar la noche. Nada de locuras, nada de salir a la calle, ni mucho menos; a disfrutar de la serenidad y el silencio de la nocturnidad.
La Luna me está mirando y aunque cerrado a cal y canto en mi pequeño castillo, noto tu presencia cual hombre-lobo que siente tus efectos. En mí, tu presencia es distinta. Ahora que soy consciente de que estás, es momento de escribirte; escribirte desde el recuerdo; el recuerdo de lo que veo cada noche cuando admiro a la dueña de la oscuridad.
Pasan las horas en mi reloj y hago un repaso a todo lo que me ronda, que si hoy es lunes, que si mañana es martes…esta cosita está así, esta otra ya pasó… jornada de reflexiones donde, para evitar un dolor de cabeza provocado por la búsqueda incansable del sueño, me levanto, rebusco en mi móvil y pongo al día algunos asuntos. Lo que me sirve para llenar las horas de sueño con alguna que otra historia.
Y para terminar, de las cosas que más me gustan, escribir. Y por eso hoy puedes leer esto, porque mi noche de insomnio da para repasar, admirar a la señora de la noche en mis recuerdos y escribir…
Se me cierran los ojos nuevamente. Me despido de todos ustedes de una forma dulce y serena.
Quizás algo me llamaba a escribir…
el filosofo says
27 junio, 2012 at 13:42que de veces me he desvelado y he tenido que apuntar pensamientos con los que luego he desarrollado alguna historia. Tantas que hubo un tiempo en el que dormía con un papel y lápiz en la mesilla de noche… #cosas