Se levantó un día pensando que ya iba llegando la hora, que el momento se acercaba y se puso nervioso. Y aunque aún quedaba mucho, ya lo sentía tan inminente que los sudores le recorrían el cuerpo mientras se le aceleraba la respiración.
Y eso que se fue a la cama deseando que ese día llegara, era su sueño. Pero al despertar la desconfianza le fue ganando la partida e incluso dudaba si era lo que realmente quería. Simplemente no lo sabía.
Miraba atrás y se preguntaba cómo era posible, cómo había ocurrido todo. Él que nunca salió de su hogar, él que siempre se sintió feliz en su casa y nunca necesitó más allá de sus barrios, sus calles y sus gentes.